El país que más ha hecho por el ser humano

Por Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz
09 de Diciembre de 2021

En Playa Girón los mercenarios armados, entrenados, financiados, dirigidos y escoltados por Estados Unidos sufrieron la aplastante derrota. En ese escenario Cuba demostró su capacidad de respeto al adversario. Foto: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

 

Por su importancia histórica ofrecemos fragmentos del discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en la clausura del encuentro mundial de solidaridad con Cuba, efectuado en el teatro Carlos Marx, el 25 de noviembre de 1994.

 

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Por aquí han desfilado —en orden de batalla, pudiéramos decir— los mejores sentimientos, las mejores ideas de nuestra centuria. Por aquí hemos hablado de cuantas cosas nobles han sido producto de la preocupación de la humanidad durante un ya largo tiempo.   Los valores por los cuales ha combatido la humanidad y ha luchado a lo largo de este siglo que concluye, han sido expresados de una forma o de otra por ustedes.

 

Las cuestiones que más han preocupado en esta larga lucha por la independencia, contra el colonialismo, contra el neocolonialismo, contra el imperialismo; la lucha de los pueblos por la igualdad, por la justicia, por el desarrollo, por la soberanía nunca tan amenazada como hoy; la lucha por la justicia social, la lucha contra la explotación, la lucha contra la pobreza, la lucha contra la ignorancia, la lucha contra las enfermedades, la lucha en favor de todos aquellos desprotegidos, desposeídos; la lucha por la dignidad; la lucha por el respeto a la mujer; la lucha por la hermandad entre todos los hombres de todas las razas; la lucha por la paz, todos esos valores, y muchos más, se han visto expresados aquí a lo largo del encuentro.   Por ello podríamos decir que no ha sido solo un encuentro de solidaridad con Cuba, y nos enorgullece que haya sido esa solidaridad el motivo de la inspiración.

 

Por aquí han desfilado los mejores valores de nuestra época, y aquí han estado presentes, si no todos, porque hay muchos y no cabrían ni en 1 000 teatros como este, ni en 100 000 teatros como este, personas nobles, desinteresadas, altruistas, que expresan lo mejor de la humanidad […].

 

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No están aquí presentes muchos, muchísimos que conocemos, que han sido amigos, que han sido solidarios y que han sido ejemplo de sensibilidad, solidaridad y bondad humana.   Esa es la impresión imborrable, inolvidable que guardaremos, en primer lugar, de este encuentro.

 

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[…] Pero, en esencia, ¿qué es el bloqueo?  El bloqueo no es solo la prohibición, por parte de Estados Unidos, de realizar cualquier tipo de comercio con nuestro país, llámese tecnología, maquinarias; llámese algo más, alimentos; llámese algo más, medicinas.   El bloqueo significa que a Cuba no se le puede vender ni siquiera una aspirina para aliviar un dolor de cabeza, o un anticancerígeno que pueda salvar una vida o aliviar el sufrimiento de los que estén en una fase final de la vida; nada, ¡absolutamente nada se le puede vender a Cuba!

 

El bloqueo no es solo la prohibición de todo crédito, de toda facilidad financiera. El bloqueo no es solo el cierre total de las actividades económicas, comerciales y financieras por parte de Estados Unidos, la nación más rica del mundo, la nación más poderosa del mundo en términos económicos y militares, no solo a 90 millas de nuestras costas, sino a unas pulgadas de nuestras costas, en el territorio ocupado de la Base Naval de Guantánamo.   El poderoso imperio no solo está cerca de nosotros, sino que está dentro de nosotros; y no solamente está cerca de nosotros con sus ideas, su concepción y su filosofía, sino está, incluso, dentro de nosotros en aquella parte minoritaria, afortunadamente, que participa de las concepciones, la filosofía y las ideas que llevan tantos años divulgándose por el mundo.

 

El imperio no comercia con mercancías en relación con Cuba, pero sí quiere exportar ideas, y las peores ideas; no exporta alimentos, no exporta medicinas, no exporta tecnología, no exporta maquinaria, pero exporta, en cantidades fabulosas, ideas.   Lo que ocurre es que antes el mercado era más amplio y exportaba ideas a todas partes, pero, sobre todo, exportaba muchas ideas al campo socialista, muchas ideas a la antigua Unión Soviética y a otros países; hoy el imperio solo tiene ideas contrarrevolucionarias para nosotros, un enorme stock y poderosos, inmensos, infinitos medios de divulgación masiva.   En ese comercio, pero comercio en una sola dirección, porque nosotros no poseemos esos medios masivos, esos enormes sistemas de comunicación que cuestan miles, decenas de miles de millones de dólares todos los años, estamos condenados a recibir, no a intercambiar.

 

Pero el bloqueo no es solo eso; el bloqueo es una guerra económica contra Cuba, guerra económica; es la persecución tenaz, constante, de toda gestión económica de Cuba en cualquier parte del mundo —Estados Unidos trabaja activamente, a través de sus canales diplomáticos, a través de sus embajadas, para presionar a cualquier país que quiera comerciar con Cuba, para presionar a cualquier empresa que desee comerciar o invertir en Cuba, para presionar y castigar a cualquier barco que transporte mercancías a Cuba—; es la guerra universal, con ese inmenso poderío a su favor, contra la economía de nuestro país, al extremo de realizar gestiones individuales, incluso, con personas, con individuos que intentan desarrollar cualquier actividad económica en relación con nuestro país.

 

Ellos le llaman, eufemísticamente, embargo; nosotros le llamamos bloqueo, y no es embargo ni bloqueo, ¡es guerra!, guerra que hoy no se realiza contra ningún país en el mundo, sino única y exclusivamente contra Cuba.

 

Pero nosotros no solo hemos tenido que soportar en estos años de Revolución el bloqueo; nosotros hemos tenido que soportar la hostilidad incesante en el terreno político, desde los intentos de liquidación de los dirigentes de la Revolución, y pasando por toda forma de subversión, desestabilización, hasta el sabotaje directo y perenne de nuestra economía.

 

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Nuestro país ha sido, incluso, víctima de guerras químicas con la introducción de elementos tóxicos, y de guerras biológicas con la introducción de enfermedades en las plantas, en los animales y en los seres humanos.   No hay arma, no hay recurso que no se haya empleado contra nuestro país y contra nuestra Revolución por parte de las autoridades y del gobierno de Estados Unidos.

 

La guerra contra la Revolución Cubana ha sido total, absoluta; y no es una vieja guerra, esa guerra se mantiene, y en la actualidad realizan y gestan planes de sabotaje a nuestra economía, a nuestras industrias estratégicas.

 

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No hay que remontarse a los tiempos pasados; en los tiempos modernos, desde que la Revolución existe, ¿cuál ha sido la historia de la política exterior de Estados Unidos, ese “campeón” de la libertad, ese “campeón” de los derechos humanos?   La alianza estrecha con los regímenes más represivos y más sangrientos que han existido en el mundo.

 

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No podemos pasar por alto su alianza con el régimen de Viet Nam del Sur y su guerra genocida contra el pueblo vietnamita en el sur y en el norte.   No podemos pasar por alto la guerra de Corea, país que fue totalmente arrasado, convertido en polvo. No podemos ignorar Hiroshima y Nagasaki, con el empleo innecesario de armas nucleares —empleo absolutamente innecesario y que, en todo caso, podrían haber sido utilizadas contra alguna instalación militar y que cayeron sobre poblaciones civiles de cientos de miles de habitantes—, para instaurar la era del terror atómico en el mundo.

 

No podemos olvidar la alianza con Sudáfrica y el apartheid. No podemos olvidar, incluso, que el apartheid fabricó armas nucleares, y cuando nosotros luchábamos en el sur de Angola contra el ejército del apartheid, junto a los angolanos, ya Sudáfrica tenía armas nucleares, ¡varias armas nucleares!, y Estados Unidos sabía que Sudáfrica tenía armas nucleares y que esas armas nucleares podían ser empleadas contra los soldados cubanos y angolanos. ¡Ah!, pero era Sudáfrica, eran el racismo y el fascismo.

 

Ellos, que han armado gran escándalo y hasta han amenazado con la guerra, por la supuesta idea de que los norcoreanos querían desarrollar armas nucleares, toleraron, permitieron, consintieron y, por vías indirectas, facilitaron la construcción de armas nucleares por parte de Sudáfrica.

 

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Y es Cuba, lo digo sin pasión, lo digo sin subjetivismo de ninguna índole, el país que más ha hecho por el ser humano.

 

¿Qué revolución fue más noble?  ¿Qué revolución fue más generosa?  ¿Qué revolución respetó más al hombre?, y no ya como revolución victoriosa en el poder, sino desde nuestra propia guerra, desde nuestra propia lucha revolucionaria, que estableció principios inviolables porque lo que nos hizo revolucionarios fue la repulsa a la injusticia, la repulsa al crimen, la repulsa a las torturas.   Y en nuestra guerra, que duró 25 meses y fue intensa, en la que capturamos a miles de prisioneros, no hubo un solo caso de violencia física contra las personas para obtener información, ni aun en medio de la guerra; no hubo un solo caso de asesinato de un prisionero, y lo que hacíamos con los prisioneros era ponerlos en libertad —les quitábamos las armas, que era lo único que nos interesaba, y tratábamos con todas las consideraciones que merecían a aquellos suministradores de armas. Al principio les habían hecho creer que los matábamos a todos, e incluso resistían hasta el final; pero cuando fueron descubriendo, a lo largo de la guerra, cuál era el comportamiento del Ejército Rebelde, entonces más fácilmente deponían las armas cuando estaban cercados, cuando estaban perdidos.   Y hubo algunos de aquellos soldados que se rindieron tres veces, porque los cambiaban de un frente a otro frente y se rendían, ya tenían experiencia.

 

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Somos el país del mundo de más médicos per cápita, a pesar del período especial; el país del mundo, no digo del Tercer Mundo, ¡del mundo!, por encima de los nórdicos, de los canadienses y de todos aquellos que figuran en las posiciones cimeras de la salud pública […].

 

Somos el país del mundo de más maestros y profesores per cápita, a pesar de las calamidades que estamos soportando; somos el país del mundo con más instructores de arte per cápita; somos el país del mundo con más profesores de educación física y deportes per cápita.

 

A ese es al país que se bloquea, a ese es al país que se trata de rendir por hambre y por enfermedad.

 

Algunos pretenden que se quite el bloqueo a cambio de que capitulemos, a cambio de que renunciemos a nuestros principios políticos, de que renunciemos al socialismo y a nuestras formas democráticas.

 

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¡Qué difícil es ponernos de acuerdo!   Porque eso sí, la influencia de los medios masivos es cada vez mayor y el complejo de obstáculos que tienen que vencer las fuerzas populares es cada vez más difícil de sobrepasar.

 

Pero, bueno, en nuestras elecciones van a votar más del 95% de los ciudadanos, y nadie está obligado a votar, incluso, los que no están con la Revolución van y votan, aunque sea en blanco, para no votar por este o por el otro; o votan por uno o votan por el otro.

 

Ahora, en nuestro pueblo —repito una vez más— postulan los vecinos, postula el pueblo y elige el pueblo.   De modo que, en ese sentido, las posibilidades de ser electo algún ciudadano son infinitamente mayores que en cualquier otro país.

 

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Por eso para nosotros es inaceptable la cuestión del cese del bloqueo a cambio de concesiones políticas, concesiones que corresponden a la soberanía de nuestro país.   Es absolutamente inaceptable, es indignante, es irritante, y, realmente, preferimos perecer a renunciar a nuestra soberanía.

 

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Cuando la Revolución triunfa, existía un mundo bipolar.   Estados Unidos nos impone el bloqueo casi desde los primeros tiempos, empieza suprimiéndonos los mercados azucareros, y nos suspende el suministro de combustible.  ¡Imagínense la Revolución nueva en aquellas condiciones!   Claro que nos suspende el suministro de maquinarias, de piezas de repuesto, de todo; pero existía la URSS y el campo socialista.

 

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Hemos sido solidarios con el mundo, no nos corresponde hablar de esa solidaridad. Solidaridad, en cuanto a lo que a nosotros se refiere, debemos hacer el máximo y hablar el mínimo, porque no vamos a hacer la autoapología de nuestra conducta.

 

Hace unos minutos, antes de comenzar la parte final de este evento, un compañero decía: ¡Mira que Cuba ha hecho cosas! Cuando uno oye hablar a los visitantes de un país y de otro; cuando hablan de médicos, cuando hablan de becarios, de gente que se formó aquí, de una actividad, de otra y de otra, se da uno cuenta de que en estos años nuestro país ha llevado adelante muchas cosas. Es que para nosotros la solidaridad y el internacionalismo es un principio, y un principio sagrad.

 

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¡Al capitalismo no volveremos! Ni al capitalismo salvaje —o como quiera llamarlo Pérez Esquivel, capitalismo caníbal o al capitalismo moderado si es que eso existe—, a ese no queremos volver, ¡y no volveremos! 

 

Estamos conscientes de nuestros deberes y de nuestras obligaciones.   Hemos resistido ya casi cinco años en condiciones muy difíciles, cuando otros creían que la Revolución Cubana desaparecería rápido de la faz de la Tierra.

 

Estamos trabajando tenazmente y cada vez más, y poniendo, incluso, cada vez más el acento en lo subjetivo, en nuestros propios errores, en nuestras propias deficiencias; enfatizando lo subjetivo para que lo objetivo no se convierta en un pretexto de las deficiencias.

 

[…]

 

Nosotros comprendemos lo que significaría para todas las fuerzas progresistas, para todas las fuerzas revolucionarias, para todas las fuerzas amantes de la paz y de la justicia en el mundo que el imperialismo lograra aplastar a la Revolución Cubana, y por eso consideramos nuestro deber más elemental y nuestro deber más sagrado con ustedes defender la Revolución, aun al costo de la vida.