El alma de la Revolución (Primera parte)

Por teniente coronel (r) Oliver Cepero Echemendía
05 de Diciembre de 2023

Fuente: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

La Revolución Cubana en su devenir histórico ha tenido que enfrentar etapas y acontecimientos de gran trascendencia para su triunfo, consolidación, progreso y supervivencia. Entre los hitos más relevantes figura la Guerra de Liberación Nacional, acontecida de 1956 a 1958.

 

En el proceso de lucha insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista el Ejército Rebelde, nacido el 2 de diciembre de 1956, tras el desembarco de los expedicionarios del yate Granma, se desarrolló hasta convertirse en una fuerza militar capaz de enfrentar y derrotar a la maquinaria bélica del régimen opresor que contaba con uno de los ejércitos más poderosos de la región, organizado, asesorado y apoyado por el Gobierno de Estados Unidos.

 

Entonces, en sucesivas etapas de avance y mediante la aplicación de una estrategia creadora y táctica militar basada en los principios de la guerra irregular, el Ejército Rebelde se convirtió en el principal factor del derrocamiento de la dictadura.

 

En lo más alto del Pico turquino, la bandera cubana.

 

Tras el revés sufrido en Alegría de Pío, el reducido número de expedicionarios que logró reagruparse en torno a Fidel Castro Ruz, emprendió bajo su jefatura, el camino hacia la Sierra Maestra para fundar el Primer Frente José Martí.

 

Comenzó así la epopeya en la cual, aquel pequeño grupo, apoyado por el campesinado de la zona, libró su primer combate victorioso el 17 de enero de 1957, en La Plata. Además, sobrevivió a los obstáculos del medio geográfico, las persecuciones, la falta de alimentos, las delaciones… y logró establecer vínculos con la capital oriental y otras poblaciones.

 

El 17 de febrero del señalado año, en la finca de Epifanio Díaz, se realizó la primera reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio y, simultáneamente, se efectuó la entrevista con el periodista norteamericano Herbert Leonel Matthews, la cual informó acerca de la lucha armada contra el régimen de Batista.

 

Luego, en el mes de abril el también reportero estadounidense Bob Taber realizó en la cima del Turquino el documental Rebeldes en la Sierra Maestra, dándose a conocer las primeras imágenes fílmicas de la lucha.

 

Ya en aquella etapa, la columna, reforzada por el destacamento de combatientes clandestinos enviados por Frank País, pudo convertirse en una fuerza capaz de sostener combates de envergadura como el efectuado el 28 de mayo del mismo año contra el cuartel del Uvero.

 

Después de esta acción, la guerrilla se asentó en un territorio, se creó una segunda columna el 19 de julio de 1957 bajo la jefatura de Ernesto Che Guevara, ascendido a comandante, y se amplió la zona de operaciones al este del pico Turquino.

 

Para finales de 1957, el Ejército Rebelde alcanzó logros en diversos aspectos organizativos, entre ellos: el incremento de sus efectivos a partir de la incorporación del campesinado; notables avances en el aseguramiento logístico a través de la siembra, compra de productos y adquisición de medios para su traslado a la zona guerrillera; instalación de hospitales e impulso de los servicios médicos.

 

Asimismo, la creación de pequeños talleres artesanales para la reparación del armamento, elaboración de vestuario y otros medios de campaña; establecimiento de redes de comunicación con las ciudades. También el estreno del periódico El Cubano Libre y la fundación de Radio Rebelde, el 24 de febrero de 1958.

 

Respondiendo a un mando único encabezado por Fidel en el Primer Frente se organizaron las columnas 6 y 3, bajo las órdenes respectivas de los comandantes Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque, las cuales, después de una cruenta y heroica marcha, llegaron a su lugar de des tino y fundaron el Segundo Frente Oriental Frank País, en Piloto del Medio, el 11 de marzo de 1958 y el Tercer Frente Mario Muñoz Monroy, en Puerto Arturo, al oeste de Santiago de Cuba, el 6 de marzo.

 

Desde el punto de vista táctico, el Ejército Rebelde dominó a plenitud el arte de atacar al enemigo en movimiento, de golpear sus reservas y aniquilarlo en mortíferas emboscadas. Al respecto el propio Fidel, señaló: “El enemigo es fuerte en su campamento y débil cuando se mueve. Por eso, para nosotros golpearlo en movimiento siempre era mejor”.1

 

Muy vinculado con el procedimiento anterior estaba el método de luchar contra los refuerzos del adversario, el cual tuvo amplio empleo durante la guerra de liberación. Sobre ello, el máximo jefe expresó:La táctica que nosotros empleábamos, era la táctica de rodearles las posiciones, como una provocación, ningún ejército puede dejar que le rindan una unidad sin ir a apoyarla y entonces los combatíamos en movimiento y les hacíamos terribles bajas […]. 2

 

De igual forma, a lo largo de la contienda se observó el principio de atacar constantemente a las fuerzas del adversario. En relación con ello, Fidel apuntó:

 

Durante todo el período de la guerra nunca estuvimos sin realizar operaciones […] no perdíamos el menor chance de golpear al enemigo”.3

 

Del mismo modo, se consideró como aspecto de mayor importancia en cada combate la captura del armamento con el objetivo de fortalecer al Ejército Rebelde.

En el verano de 1958, aprovechando la costosa derrota de la huelga política del 9 de abril de ese año, la dictadura consideró que había llegado el momento oportuno para acometer una campaña de exterminio contra el movimiento guerrillero; para ello concentró sus esfuerzos principales en el Primer Frente, sede de la Comandancia General del Ejército Rebelde.

 

Con el asesoramiento de la Misión Militar norteamericana, el Estado Mayor del Ejército elaboró el plan FF, denominado Fase Final, que comprendió el acordonamiento de la Sierra Maestra con alrededor de diez mil hombres organizados en catorce batallones y siete compañías independientes, apoyados por aviación, fuerzas de la Marina de Guerra, Artillería, medios blindados y diversos aseguramientos.

 

Entonces, el alto mando del ejército dictatorial estaba convencido de que en esta ocasión el movimiento guerrillero sería aniquilado irremediablemente. En vísperas de la ofensiva, el jefe enemigo que dirigía las operaciones le escribió a Fidel advirtiéndole que tenía tropas y medios suficientes para arrasar los bosques y las montañas, y aniquilar a todos los combatientes rebeldes. En la respuesta del Comandante en Jefe se resumía la intransigencia y el espíritu revolucionario heredado de los hombres de Baraguá:

Tal vez cuando la ofensiva pase, si aún estamos en pie, vuelva a escribirle para exponerle mi pensamiento y lo que creo que usted, el ejército y nosotros podemos hacer en bien de Cuba sobre la que tiene puestos sus ojos la América entera; mas si los hombres que han armado sus brazos contra la idea justa que representamos encuentran ardor suficiente en la causa infamante que están defendiendo para vencer la tenaz resistencia que van a encontrar y pueden exterminar hasta el último rebelde, no se entristezca usted de nuestra suerte porque dejaremos a la Patria un ejemplo que hará palidecer las páginas más heroicas de la historia y algún día hasta los hijos de los mismos soldados que hoy nos combaten mirarán con veneración los picos de la Sierra Maestra".4

 

Con gran previsión militar, la Comandancia General elaboró el plan estratégico para el rechazo y la derrota de la Ofensiva de Verano. En las instrucciones a los jefes de columnas se valoró la envergadura de las acciones que debían desarrollarse y se dieron, al mismo tiempo, indicaciones tácticas concretas acerca de cómo actuar en cada momento y qué objetivos parciales era necesario alcanzar.

 

Con la aplicación de este plan, el Ejército Rebelde mostró su capacidad para sostener una flexible guerra de posiciones. El salto cualitativo fue observado con sorpresa por el alto mando militar de la dictadura. Así, el contralmirante José E. Rodríguez Calderón escribió:

Aprovechando el terreno el enemigo ha pasado de la guerra de guerrillas a la guerra de posiciones, atrincherándose con un sistema de trincheras escalonadas para varios hombres sobre todo en los estribos o subidas posibles al firme de la Sierra Maestra, minando los caminos habituales, construyendo numerosos refugios antiaéreos.5

 

En el rechazo de la Ofensiva de Verano, iniciada el 24 de mayo de 1958, las fuerzas del Primer Frente, bajo el mando directo del Comandante en Jefe, se pusieron en máxima tensión y dinamismo y desarrollaron con éxito una operación estratégica defensiva que incluyó la realización de numerosos combates y batallas de envergadura culminantes en una contraofensiva que se caracterizó principalmente por el empleo de los métodos de la guerra irregular.

 

Fuentes consultadas:

  1. Colectivo de autores. Causas y factores de nuestros reveses y victorias, Pueblo y Educación, La Habana, 2001, p. 116.
  2. Centro de Estudios de historia Militar de las FAR: 25 años de luchas y victorias, Editora Militar, La Habana, 1983, p. 11.
  3. Selección de lecturas, tomo 1 (2.a parte), Edición del Ministerio de Educación Superior, 1983, p. 270 y 272.
  4. Ídem.
  5. Ídem.