A Dominicana en busca de Gómez

Por: María Luisa García Moreno
07 de Septiembre de 2022

Ilustración: Luis Bestard Cruz

Durante la organización del plan insurreccional de San Pedro de Sula, más conocido por Plan Gómez-Maceo (1884-1886) se produjo el incidente que causó la separación de José Martí de este empeño libertario. Unas palabras ríspidas de Gómez fueron la causa primera del desacuerdo; después, una carta de Martí referida a la forma en que se organizaba el movimiento, sincera pero crudísima, hirió al viejo general.

 

Desde entonces se separaron; pero no se perdieron de vista. Martí siempre había aquilatado en su justa medida el valor de Gómez para la causa cubana. El mayor general aprendería durante estos años a medir la importancia de Martí y, cuando ya las cosas maduraban y empezó a notarse la organización e ímpetu que iba tomando aquel movimiento, cómo se extendía por todas las emigraciones, escribió a su viejo compañero de armas y amigo Serafín Sánchez para que mediara en la reconciliación. Martí prometió comunicarse con Gómez; sin embargo, antes era necesario concretar la obra y vinieron en rápida sucesión, la creación de numerosos clubes: la aprobación de las Bases y Estatutos, la aparición de Patria, la fundación del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y la designación de Martí como delegado.

 

Una vez fundado el Partido, cuya función esencial sería la organización y preparación de la guerra necesaria, se imponía hallar al hombre adecuado para conducir la empresa. Aunque Martí sabía que era Gómez el hombre indispensable, decidió que fuera el PRC y no él, el que determinara a quien encomendar el ramo militar. A mediados de agosto, ya las emigraciones se habían pronunciado a favor de Gómez como jefe militar: era el momento de ir en su busca.

 

A finales de agosto de 1892, el Apóstol inició su viaje a las Antillas y arribó a Gonaives, Haití, el 7 de septiembre. Poco después llegó a Montecristi y se dirigió a la casa comercial donde trabajaban Panchito y Máximo, los hijos mayores del general Gómez. Luego marchó hacia la humildísima vivienda de madera y zinc, donde se hallaban la esposa y los hijos pequeños. Era el 10 de septiembre.

 

Desde allí, a caballo, continuó Martí su viaje hacia Laguna Salada, poblado en que se hallaba la finquita La Reforma[1] y donde el viejo general, devenido agricultor, labraba el sustento de los suyos. Lo recibió Máximo Gómez, y ambos conversaron largamente, quedaron zanjadas todas sus diferencias. Juntos partieron el día 13 hacia Santiago de los Caballeros, donde se alojaron en la casa del médico cubano Nicolás Ramírez Peláez, veterano de la Guerra Grande.

 

En esa casa ese mismo día, a nombre del PRC escribió Martí la histórica carta en la que ofreció oficialmente a Gómez el mando supremo del Ejército Libertador:

 

“El Partido Revolucionario Cubano, que continúa, con su mismo espíritu de creación y equidad, la República donde acreditó Vd. su pericia y su valor [...] viene hoy a rogar a Vd., previa meditación y consejos suficientes, que repitiendo su sacrificio ayude a la revolución como encargado supremo del ramo de la guerra [...] Yo ofrezco [invito] a Vd., sin temor de negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración que ofrecerle que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres.[2]

 

Allí mismo, escribió Gómez su aceptación:

 

“En cuanto al puesto que se me ha señalado al lado de Ud., como uno de los viejos soldados del Ejército Libertador de Cuba, para ayudar a continuar la obra interrumpida, tan señalada honra, tan inmerecida confianza, no solamente deja comprometida mi gratitud, sino que al aceptar, como acepto tan alto destino, puede Ud. estar seguro que a dejarlo enteramente cumplido consagraré todas las fuerzas de mi inteligencia y de mi brazo [...]”.[3]

 

Las cartas firmadas por Martí y Gómez el 13 septiembre de 1892 en Santiago de los Caballeros atestiguan la grandeza de estos hombres y dan fe de su absoluta entrega a la causa de la independencia de Cuba.

 


[1]En recuerdo de la tierra cubana donde tanto había combatido.

[2]José Martí: “Carta a Máximo Gómez”, en Obras completas, t. 2, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, pp. 161-163.

[3]Máximo Gómez: “Carta a José Martí”, en Mercedes Santos Moray: Subir lomas hermana hombres,Editorial Gente Nueva, La Habana, 2005, pp. 22-23.