Cárcel y presidio para Martí

Por: María Luisa García Moreno
Ilustración: 
20 de Octubre de 2022

Ilustración: Luis Bestard Cruz

El alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en su ingenio Demajagua (10 de octubre de 1868), el del Camagüey en Las Clavellinas (4 de noviembre) y las primeras acciones de la Guerra de los Diez Años, en particular, la toma de Bayamo (18-20 de octubre), convertida en cuartel general de la naciente Revolución, así como el conmovedor incendio de esa ciudad (12 de enero de 1869), que desde entonces sería conocida como “la ciudad antorcha”, llenaron de esperanzas los corazones de todos aquellos que soñaban con la libertad; pero también recrudecieron los ánimos de los más reaccionarios defensores del régimen colonial, entre quienes se hallaban los miembros del Cuerpo de Voluntarios, creado el 12 de febrero de 1825.

 

Los voluntarios realizaron actos de bárbara crueldad en las ciudades y campos de Cuba. La Habana, capital de la Isla, era “[…] foco intensísimo de agitación y conspiración separatistas, de protestas y rebeldías contra el régimen colonial” ; 1 en ella tuvieron lugar hechos de bárbara represión.

 

El 4 de octubre de 1869, un grupo de jóvenes —Atanasio Fortier, Manuel Sellén y Santiago Balbín— se hallaba en la casa de los Valdés-Domínguez, con el hermano mayor, Eusebio. Conversaban y reían, de ventana a ventana, con una joven vecina, cuando un grupo de voluntarios del batallón de Ligeros, pasó por allí… Ellos asumieron que las inocentes risas eran burlas hacia sus personas e, indignados, se retiraron afirmando: “Ya volveremos, y ya verán, miserables mambises, si nos la han de pagar”. 2

 

Esa misma noche se produjo un registro en la vivienda de los Valdés-Domínguez. Según cuenta Fermín —no se hallaba en casa durante el juvenil intercambio de bromas—, “[…] invadieron el zaguán y el comedor, sin dejar armas ni descubrirse: eran los amos. Increparon duramente a mi hermano y un miserable de aquellos quiso dar un golpe con la culata de su fusil a mi anciano padre, porque este trataba de defender a mi hermano. No pensé en aquel momento lo que hacía y me interpuse entre ambos con una silla en la mano […]”. 3

 

Eusebio y sus tres amigos esa noche fueron llevados a la cárcel y, además, Fermín, por su actuación. Durante el registro se descubrieron escritos periodísticos, documentos varios y una carta dirigida a Carlos de Castro y de Castro,4 condiscípulo de Pepe y Fermín en la escuela de Mendive, quien se había incorporado junto a sus familiares al Cuerpo de Voluntarios. Esos documentos evidenciaban la filiación política de sus poseedores.

 

Atanasio Fortier, ciudadano francés, estuvo detenido solo hasta el 16 de octubre por gestiones del cónsul de su país, aunque fue deportado como extranjero “indeseable”. Santiago Balbín y Manuel Sellén guardaron prisión hasta el 22 de diciembre cuando los liberaron por falta de pruebas. Eusebio Valdés-Domínguez fue mantenido en prisión, pendiente de juicio y, más tarde, deportado.

 

Al principio, la carta a Carlos de Castro pasó inadvertida; incluso, pudiera ser que el celador que siguió el caso, quien probablemente conocía a don Mariano, la hubiera dejado pasar… Lo cierto es que —amistad o negligencia— le costó el puesto, pues el encargado de revisar el expediente recomendó su cesantía. Este funcionario, al leer la carta, consideró que estaba escrita “[…] por un enemigo declarado de España […]”, quien tendía “[…] a separar de su deber a un militar en campaña, delito de los más graves que conoce la ordenanza militar […]”.5A consecuencia de ello, el 21 de octubre de 1869, José Martí fue detenido y encausado junto con Eusebio y Fermín. Los jóvenes permanecieron en la cárcel hasta el 4 marzo de 1870, cuando fueron sometidos a consejo de guerra; en ese momento Pepe tenía 17 años.

 

Durante el consejo de guerra, en la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, Pepe Martí se convirtió en acusador del régimen colonial. Tan enérgicas fueron sus palabras que el fiscal pidió para él la pena de muerte; sin embargo, teniendo en cuenta su edad, fue condenado a seis años en el terrible presidio de La Habana, realizando trabajos forzados en las canteras.6

 

En cuanto a la carta, durante mucho tiempo se pensó que había sido firmada por Pepe y Fermín; sin embargo, mediante la revisión de la documentación del proceso se ha comprobado que Martí fue su único autor. Ello explica las disparejas condenas a que fueron sentenciados ambos jóvenes.

 

Referencias:

 

[1] Emilio Roig de Leuchsenring: “Martí en los trágicos sucesos ocurridos en La Habana en el mes de enero de 1869”, en revista Carteles, 3 de mayo de 1953, enhttp://www.guije.com/public/carteles/3418/marti/index.html

2 Fermín Valdés-Domínguez cit. por Raúl Rodríguez La O: Dolor infinito, Ediciones Abril, La Habana, 2007, p. 28.

3 Ibidem, p. 29.

4 El texto de la carta dice: “Compañero: ¿Has soñado tú alguna vez con la gloria de los apóstatas? ¿Sabes tú cómo se castigaba en la antigüedad la apostasía? […] no puede faltar a su patria ni a sus deberes como cubano un discípulo de Rafael María de Mendive”. Raúl Rodríguez La O: Ob. cit., p. 30.

5 “Informe al Gobierno Superior Político”, 9 de octubre de 1869, en Raúl Rodríguez La O: Ob. cit., p. 37.

6 Véase en esta página web María Luisa García Moreno: “El presidio político en Cuba: denuncia viril”.