Bartolomé Masó: abnegación y energía moral
Nuestro Apóstol José Martí consideraba a Bartolomé Masó Márquez “[…] un hombre en quien veo enteras la abnegación y la república de nuestros primeros padres, y la energía moral que cerró el paso a las debilidades, y al impúdico consejo, en estos primeros meses delicados de nuestra resurrección […]”.1 Así lo expresó en cariñosa carta enviada durante sus días de manigua. Y es que el general Masó (Manzanillo, 1830-1907) fue uno de esos hombres imprescindibles a la causa revolucionaria. La idea martiana reconoce sus méritos desde los días fundadores de octubre del 68 hasta la nueva etapa de lucha que Martí denominó guerra necesaria.
En síntesis apretadísima, Masó se alzó el 10 de octubre de 1868 en Demajagua junto a Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, y fue uno de los escasos hombres que quedaron a su lado después del frustrado ataque a Yara al día siguiente; ocupó durante nuestras guerras libertarias diferentes responsabilidades civiles y militares, y participó en numerosos combates; fue protestante, junto a Antonio Maceo Grajales, en Mangos de Baraguá; sufrió prisión por estar implicado en la organización de la Guerra Chiquita; participó en la fallida conspiración conocida como Paz del Manganeso; figuró entre los organizadores de la guerra del 95, se alzó el 24 de febrero y asumió el mando de todas las fuerzas sublevadas hasta la llegada de Máximo Gómez Báez; fue elegido vicepresidente de la República en Armas, en la Asamblea Constituyente de Jimaguayú (13 de septiembre de 1895), y presidente en la Constituyente de La Yaya (10 de octubre de 1897); y se proyectó contra la Enmienda Platt. Se presentó como candidato en las primeras elecciones presidenciales de la República; pero renunció debido a los ilegales manejos que se realizaban para garantizar el triunfo de su adversario Tomás Estrada Palma, el preferido por los norteamericanos. Fue siempre un hombre enteramente dedicado a servir a su Patria.
Un himno en honor al 24 de febrero
Como nota curiosa vale recordar que el 31 de octubre de 1896 escribió la letra del himno “Resurrección”, dedicado al 24 de febrero de 1895, cuyo texto refleja la inclaudicable decisión del pueblo cubano —ayer y hoy— de vencer o morir. La musicalización estuvo a cargo de Ramiro Mazorra y aquí está la letra:
Resurrección
Compatriotas, un pueblo oprimido
O que dócil se deja oprimir
No debió nunca haber existido
O no debe jamás existir.
Ha llegado el momento supremo
Que nos llama de nuevo a la lid
Y llegado ese caso ya extremo
Es forzoso vencer o morir.
Nada extraño vendremos haciendo
Que ya Cuba diez años luchó
Y no hay pueblo que pueda queriendo
No salirse del yugo opresor.
Las antiguas colonias lucharon
Y lucharon con tanto fervor
Tan tenaces que al cabo lograron
Desasirse del yugo español.
Coro
¡Cuba libre! es la frase sonora
Que resuena en el campo doquier
¡Cuba libre! será desde ahora
¡Cuba libre por fin ha de ser! (bis)
Segunda vez
1
¿Es luchar sin piedad nuestra suerte?
Pues luchar y luchar sin piedad;
Que luchando, si ocurre la muerte,
Es muy dulce por la libertad.
2
¡Cuántos héroes por ella murieron,
Cuántos héroes que hay que imitar,
Si no hacemos lo que ellos hicieron,
Cuba libre jamás se verá!
3
¡Ese grito es el grito de guerra!
¡Ese grito sea el grito de paz!
¡Cuánto en Cuba de noble se encierra,
No responda a otro grito jamás!
4
¡Ya en el mundo no caben tiranos
De los pueblos baldón y terror;
Mientras haya uno solo, ¡Cubanos!
¡Guerra, guerra, demanda el honor!2
Referencias:
- José Martí: “Carta al general Bartolomé Masó”, Dos Ríos, 15 de mayo de 1895, en Obras completas, t. 4, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, p. 167.
- María Caridad Pacheco González: “24 de Febrero: grito de todos los cubanos”, en Boletín de la Unión de Historiadores de Cuba, no. 31, febrero del 2021, p. 3.