La ruta imborrable

15 de Mayo de 2025

El ferry El Pinero fue declarado Monumento Nacionalen 1978 y Patrimonio de la Humanidad en 1997. Foto:Islavisión

 

  

Una hora después de lo previsto los motores del ferry continuaban roncando. El atraso en la salida era inusual para esta embarcación que llevaba casi treinta años dibujando el mismo recorrido. La ciudad de Nueva Gerona se agitaba ante la novedad. La amnistía ya era noticia en toda Cuba cuando los pasajeros que faltaban abordaron la nave a las nueve de la noche del 15 de mayo de 1955. Sería El Pinero el primer barco ―con Fidel a bordo― que pondría su proa rumbo a la libertad de Cuba.

 

Después de 22 meses de encarcelación en el conocido Presidio Modelo de la Isla de Pinos, los combatientes del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes recibieron el indulto debido a la presión social y política antes de las elecciones. Desde entonces Fidel, en situación de aislamiento, no había vuelto a encontrarse con sus compañeros. Esta travesía sería la oportunidad perfecta para retomar los planes de insurrección y reorganizar la lucha.

 

El ferry avanzaba firme y silencioso en la quietud de las aguas poco profundas del Golfo de Batabanó. De origen estadounidense, había sido construido en 1901 con fines militares y luego remodelado para transporte fluvial. No obstante,su estructura y calado resultaba ideal para viajes entre la pequeña ínsula cubana y el poblado de Batabanó, por lo que una compañía local de buques de vapor lo adquirió en 1926, y con él se inauguraron los primeros viajes con motores de gasoil. 

 

Muy pronto El Pinero formaría parte indisoluble de la vida económica y social del territorio, un símbolo local, una seña de identidad. Pero esa noche, cumpliría un rol incluso más valioso: gestar en sus entrañas la génesis del Movimiento 26 de Julio.

 

Al interior del camarote No.18 la propuesta surgió entre otras ideas para retomar las armas. El nombre del movimiento insurgente no podía ser otro en homenaje a los hermanos caídos. Fidel asignó nuevas tareas y distribuyó roles. Desde entonces la idea era salir del país por diferentes vías y reunificarse en México. 

 

La lucha armada era la solución definitiva para alcanzar la total independencia.

 

En horas de la madrugada la embarcación atracó en el puerto de Batabanó y devolvió a tierra firme a aquellos jóvenes a punto de cumplir su deuda con la historia.

 

El buque regresó a la Isla y mantuvo sus actividades habituales hasta el triunfo revolucionario. Entonces sus cabinas trasladaron miles de jóvenes para la construcción de un nuevo proyecto de país. 

 

Aquel territorio mudaría su nombre para asumir la denominación que la identificaría para siempre: Isla de la Juventud. 

 

Y al borde del río Las Casas se ubicaría la morada final ―hoy convertida en barco museo― de aquella sencilla nave que fue protagonista de aquella ruta imborrable.

 

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