Durante el primer mandato de Donald Trump (2017-2021) la política hacia Cuba tuvo como uno de sus ejes fundamentales la implementación de la estrategia de boicot a los convenios médicos internacionales, como parte de su política de máxima presión económica. Si bien gobiernos anterioresse enfocaron en el estímulo a la emigración mediante el Programa de Admisión a Profesionales Médicos Cubanos,su impronta priorizó la cancelación de acuerdos y la presión sobre países para evitar la firma de nuevos convenios.

Uno de los mayores golpes fue el asestado al Programa Más Médicos en Brasil, cuando Jair Bolsonaro asumió la presidencia en 2018 y anunció que cambiaría las bases del acuerdo original, lo que provocó la retirada de la Brigada Médica. La cancelación del convenio no solo privó a miles de brasileños de atención médica en zonas rurales y de difícil acceso, sino que marcó el inicio de una ofensiva regional contra la presencia cubana en el sector de la salud.

Las acciones de la estrategia de boicot se extendieron rápidamente a otros países como Ecuador y Bolivia. En este último, la línea de mensaje principal en el contexto del golpe de estado fue que los cubanos eran agentes del gobierno utilizados para el adoctrinamiento político, y que ni siquiera tenían credenciales como médicos.

Otro aspecto crucial en la ofensiva estadounidense fue el condicionamiento de la cooperación internacional. Gobiernos como el de Panamá, que en 2020 consideraron la posibilidad de recibir una Brigada Médica Cubana para reforzar su sistema de salud en medio de la pandemia de COVID-19, fueron sometidos a una intensa presión pública por parte de funcionarios como Mauricio Claver-Carone.

En el ámbito comunicacional, solo la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), de manera pública, distribuyó tres millones de dólares para documentar violaciones a los derechos humanos de los profesionales de la salud que integraban las Brigadas Médicas. Aquí se mantuvo la principal línea de mensaje que fue articulada durante el gobierno de Barack Obama, la asociación entre los convenios médicos y la trata de personas.

No obstante, comunicacionalmente también se desempolvaron las narrativas habituales de la época de George W. Bush que presentaban a los profesionales de manera negativa por ser agentes del gobierno, adoctrinadores y espías.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca supone el recrudecimiento de la estrategia de boicot a los convenios médicos cubanos. Esto se evidenció cuando el Departamento de Estado amplió su política de restricción de visas para todos los funcionarios (cubanos y de cualquier país), que estuvieran vinculados a las Brigadas Médicas; esta medida fue extensiva a los familiares.

Lo anterior también fue confirmado en la primera gira del secretario de Estado Marco Rubio por el Caribe, cuando puso sobre la mesa de los gobiernos de los países visitados, las exigencias imperiales respecto al tema.

Durante el segundo mandato se intensificarán las presiones sobre los países con convenios médicos con Cuba. Se prevé un incremento en la aplicación de sanciones contra esas naciones, incluyendo la posible mención en informes anuales del Departamento de Estado, como el de Trata de Personas y Derechos Humanos.

FUENTES CONSULTADAS

• Rivera, O. (2022). La Casa Blanca contra las Batas Blancas. La Habana: Casa Editorial Verde Olivo.
• Rivera, O. (2024). Cuba, el enemigo que no existe. Apuntes para entender la retórica anticubana de las administraciones estadounidenses. La Habana: Editorial Política Internacional.