La Fortaleza de la Cabaña: Crónica de un testigo silente

17 de Abril de 2025

  17 de abril de 1987: 26º aniversario del carácter socialista de la Revolución.Foto: Periódico Juventud Rebelde

 

    

El 17 de abril de 1987, la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, emblema arquitectónico y simbólico de Cuba, se erigió nuevamente como escenario de trascendencia histórica al acoger la conmemoración del 26º aniversario del carácter socialista de la Revolución y el Día del Miliciano. En un acto presidido por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, se entrelazaron memoria bélica, reconocimiento cultural y reflexión colectiva. La ceremonia, cargada de solemnidad, honró a héroes caídos, exaltó la unidad nacional y proyectó la artillería como columna vertebral de la defensa revolucionaria. Este texto explora cómo la Cabaña, más que una edificación, encarna la dialéctica entre pasado y presente, entre la piedra colonial y el espíritu insurgente que forjó la Cuba contemporánea.

 

I. La Piedra que Resiste: Génesis de un Símbolo

 

Bajo el cielo caribeño, donde el mar besa los muros centenarios de la Fortaleza de la Cabaña, se inscribió con letras indelebles el 17 de abril de 1987. No fue un día cualquiera: las murallas, testigos mudos de conquistas y rebeliones, asistieron a la reinauguración de su restauración mientras abrazaban un acto de doble consagración. Por un lado, el vigor de una Revolución que, a 26 años de proclamarse socialista, reafirmaba su pulso en el corazón colectivo; por otro, el homenaje a los milicianos, guardianes anónimos de la soberanía.

 

La Cabaña, otrora bastión colonial contra corsarios y potencias rivales, había mutado su función sin perder su esencia. Desde 1963, albergaba la Escuela de Artillería de las FAR, núcleo donde se forjó el «alma de bronce» de la defensa nacional. Bajo la dirección del Comandante Pedro Miret Prieto —arquitecto de la modernización artillera—, se gestaron las primeras unidades de la Reserva Estratégica y los míticos lanzacohetes RM-51. Entre sus aulas, la sombra del Comandante Raúl Díaz Argüelles caído en Angola como «soldado de la patria grande», aún susurraba lecciones de entrega.

 

II. La Ceremonia: Entre Cañones y Palabras

 

El acto, presidido por el General de Ejército Raúl Castro Ruz —Segundo secretario del Comité Central del Partido y Ministro de las FAR—, trascendió el protocolo para convertirse en liturgia cívica. Entre discursos que resonaban como salvas, se entrelazaron el duelo y la esperanza: se recordó a los caídos, cuyos nombres laten en el mármol de la historia, y se exaltó a vivos cuyo mérito radicaba en servir sin estridencias.

 

La cultura, arma intangible de la Revolución, tuvo su trinchera. El actor Mario Balmaseda, recibiendo el premio anual del Ministro de las FAR, encarnó la fusión entre arte y compromiso. Su obra, más que mero entretenimiento, fue pedagogía de valores, teatro como trinchera de ideas. En paralelo, la entrega de una réplica del machete de Máximo Gómez a Raúl Castro simbolizó un diálogo entre siglos: la hoja que liberó a Cuba del yugo colonial ahora inspiraba la defensa de su soberanía socialista.

 

III. Murallas que Miran al Futuro

 

Mientras los asistentes abandonaban la explanada, los cañones coloniales —antes custodios del imperio— parecían inclinarse ante un pueblo dueño de su destino. La Cabaña, en su silencio pétreo, narraba una paradoja: sus piedras, talladas para oprimir, ahora celebraban la emancipación.

 

El discurso del General de Ejército Raúl Castro, austero como su estilo, hilvanó memoria y porvenir: «Cada ladrillo restaurado aquí es promesa de permanencia; cada miliciano formado, juramento de resistencia». La unidad, eje de su mensaje, no era consigna, sino mandato surgido de cicatrices compartidas: desde la Crisis de Octubre hasta las misiones internacionalistas, Cuba había aprendido que su fortaleza radicaba en la cohesión.

 

IV. Epílogo: La Cabaña como Espejo de la Nación

 

Cuatro décadas después, aquella jornada de 1987 persiste como metáfora de la identidad cubana. La Fortaleza, hoy sede de la Feria del Libro y vigía de la bahía, ya no resuena con órdenes militares, pero su eco perdura. En sus salones, donde antes se planearon estrategias bélicas, ahora se debaten poemas; en sus murallas, turistas admiran puestas de sol que los cañones jamás vieron como arte.

 

Sin embargo, su esencia dual —guerrera y cultural, colonial y revolucionaria— la convierte en alegoría de una nación que, sin renegar de su pasado, lo reinterpreta para construir futuro. «La Cabaña no es ruina, ni museo: es cicatriz que late, recordándonos que la gloria no está en vencer, sino en persistir».

 

Bibliografía

 

Archivos del Parque Histórico Militar Morro-Cabaña.

Colectivo de la Oficina del Historiador de las FAR. «Llegamos, triunfamos y seguimos». Casa Editorial Verde Olivo, 2018.

  •  17 de abril de 1987: 26º aniversario del carácter socialista de la Revolución.Foto: Periódico Juventud Rebelde

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