La fuerza insospechada
Eran la enfermera, la maestra y la cocinera. También la secretaria, la locutora y la asistente. Estaba aquella que hacía las veces de mensajera, la cuidadora y hasta la consejera. Entre todas sumaban trece. Nunca un número había sido más hermoso. Ni un nombre tampoco: Mariana.
La reunión tardaba más de lo previsto. Era casi la una de la madrugada en la Comandancia de la Plata. Afuera del hospital de campaña corría una leve brisa estival que despejaba el sopor de las actividades cotidianas en campaña; y la espera, para ellas, se hacía insoportable. Adentro las opiniones estaban divididas, las negativas iban disfrazadas de condescendencia, sobreprotección y prejuicios. Pero el argumento del Jefe del Estado Mayor era contundente. No existe mejor evidencia que la propia historia. Y aunque el acto no estuvo libre de escépticos, fue en esa misma madrugada del 4 de septiembre de 1958, bajo el cielo guerrillero, que nació el Pelotón Femenino Mariana Grajales del Ejército Rebelde.
La creación del histórico destacamento de las Marianas ocurre como una maniobra táctica y por astucia de Fidel. Entrenadas por él personalmente y preparadas desde mucho antes para la vida en campaña, estas mujeres habían demostrado que las tareas logísticas y de retaguardia les quedaban pequeñas frente a las demandas de la guerra por aquellas fechas. La contraofensiva estratégica final del movimiento de liberación se había extendido por todo el país, y la necesidad de nuevos combatientes en todos los frentes sumaba hombres, pero también mujeres.
La enfermera rebelde Isabel Rielo recibió el grado de teniente y fue nombrada jefa del pelotón. Su segunda al mando fue Delsa Esther Puebla Viltres, Teté. También figuraron los nombres de Lilia Rielo Rodríguez, Olga Esther Guevara, Ángela Antolín Escalona, Edemis Tamayo Núñez, Orosia Soto Sardina, Flor Celeste Pérez Chávez y Eva Rodríguez Palma.
Aquellas trece muchachas tuvieron que enfrentar prejuicios machistas y desconfianzas sobre su capacidad combativa de parte de muchos compañeros de lucha e incluso de algunos de los jefes. No obstante, los temores de la tropa desaparecerían luego del primer combate. Asediadas por horas bajo el fuego enemigo, no hubo una queja, una baja, huida o deserción por parte de las chicas. Ganaron la admiración y el respeto por partida doble.
Fue así que tomaron parte en acciones fundamentales como Cerro Pelado, Maffo, Los Guineos, La Cedena, Gibara, Delicias, Puerto Padre y la batalla de Guisa. Dos años más tarde, Fidel diría: «[…] los hechos demostraron una verdad: que aquellas mujeres combatieron contra los soldados de la tiranía, que aquellas mujeres combatieron, y le hicieron en los combates al enemigo una proporción de bajas mayor que las que le habían hecho los hombres en otros combates».2
Las Marianas no solo eran capaces de combatir como el más guapo, también podían asistir a los enfermos, alfabetizar a compañeros y pobladores serranos, servir de mensajeras para despistar a los guardias, documentar combates y coordinar acciones. Incansables, dispuestas, bravas. Y la Sierra fue solo el comienzo.
El Pelotón Femenino se incorporó a la Caravana de la Libertad, y el día 8 de enero entró en la capital junto a Fidel. Desde entonces sus integrantes se volcaron de manera definitiva y comprometida a las tareas que exigían las reformas que viviría el país. La existencia de las Marianas ya era por sí misma una obra transgresora para la concepción militar de la época. Uno de tantos cambios en la construcción de la nueva sociedad.
Al día de hoy en Cuba, el recuerdo de aquel pelotón de valientes jovencitas es prácticamente una leyenda; pero en las madrugadas de verano de la serranía aún persiste la brisa. La misma brisa que aún conserva la emoción del momento, el impacto de la noticia, el privilegio de llevar aquel nombre como bandera, la fuerza, a veces insospechada, enuna sonrisa de mujer.
Referencias:
- Fidel Castro Ruz: La victoria estratégica.La Contraofensiva Estratégica. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2010.
- Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, entonces Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto de fusión de todas las organizaciones femeninas revolucionarias el 23 de agosto de 1960.
Comentarios
En este sitio no se admiten comentarios que violen, incumplan o inciten a romper legislaciones cubanas vigentes o atenten y dañen el prestigio de alguna personalidad o institución, así como tampoco aquellos que contengan frases obsenas, groseras o vulgares. Verde Olivo se reserva el derecho de no publicar los comentarios que incumplan con las normas antes expuestas.