Sorpresa en la clandestinidad
Para el mes de agosto de 1958 la escasez de armas y municiones era el mayor escollo para el desarrollo y consolidación del Frente Guerrillero del Directorio Revolucionario 13 de Marzo en el Escambray.
En esta compleja coyuntura recibí la orientación de Gladys Meneses, dirigente del Directorio en el pobladito de Nazareno, de incrementarla venta de bonos para la compra urgente de equipamiento de guerra para dicho frente.
De inmediato me dirigí al caserío de La Ceja donde tenía un grupo fuerte de colaboradores, y en otra zona visité a un terrateniente que según supe estaba interesado en colaborar con la Revolución, posiblemente para crearse una imagen positiva con vista al futuro.
Cumplida la misión con buenos resultados me presenté ante mi jefa, quien me recibió con alegría, pero a continuación me dijo: “Esto aún no ha concluido.Ahora tienes que llevar todo el dinero recaudado a esta dirección en la ciudad de Placetas, y debes mantenerlo en sumo secreto”.
Medité pacientemente en la delicada tarea, tomé el auto de alquiler de un amigo apodado Pancho Pata, simpatizante del Directorio, y me dirigí a la referida urbe.
En el caserío de Hernando,a unos kilómetros de mi destino, fuimos detenidos por la soldadesca en el punto de control para ser interrogados y registrados con bravuconería; superado aquel primer obstáculo, continué mi misión.
Siguiendo las normas elementales de la clandestinidad, comencé mi peregrinar por la bella ciudad hasta encontrarme con la misteriosa casa.Decidí tocar en la puerta varias veces con la señal establecida hasta que se fue abriendo lentamente, y para mi gran sorpresa aparecieron las profesoras del Instituto Gutiérrez, las doctoras Esther Mocega e Isel Abeledo, dirigentes de la organización en la localidad.
De inmediato nos saludamos efusivamente, les hice entrega del dinero recaudado y se emocionaron sensiblemente pues se trataba de una suma considerable para la época. Comenzamos una animada plática de los hechos más notables de los últimos días y aproveché la ocasión para plantearles que deseaba alzarme y que ellas podían ayudarme en el empeño.Me observaron con atención, yo era muy joven ya reglón seguido me explicaron que mi hermano Raúl era mayor que yo y había estado preso, por tanto tenía prioridad.
De esta forma tan sui generis concluía aquel inolvidable encuentro.
Comentarios
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