Mandela nuestro
“Lo más fácil es romper y destruir. Los héroes son los que firman la paz y construyen”, una frase de Nelson Mandela, Premio Nobel de la Paz, que hoy tiene total vigencia ante el panorama cada vez más peligroso que vive el mundo.
Pudiera, en este instante, limitarme a repetir datos de la biografía de Nelson Mandela, que ya muchos conocemos por lo que ha significado para África y el mundo; por su ejemplo de dignidad y, sencillamente, por su grandeza, porque sigue ahí, entre nosotros.
Pero no, les regalaré –y me regalaré- una pequeña parte del prefacio al libro Gente de color, una linda carta que su autor, el crítico literario, educador, investigador, escritor y editor norteamericano Henry Louis Gates, Jr., hace a sus hijas Maggie y Liza:
“¿Recuerdan cuando su madre y yo despertamos temprano un domingo en la mañana, solo para ver a Nelson Mandela salir de prisión, y cómo se demoró un par de horas en aparecer, y cómo las dos querían regresar a la cama y luego ver los dibujos animados?
“¿Y cómo nos preocupamos al pensar que algo malo le había sucedido en el camino porque se demoró mucho? Y cuando finalmente salió caminando de prisión, cuán emocionados y llorosos estábamos por la nobleza de Mandela, su majestuosidad, su postura recta y su cabeza erguida.
“Creo que sentí que la raza negra caminó, como papá habría dicho; que allí caminó todo el pueblo de África como realeza, como cualquier rey…”
Es un hermoso homenaje, no solo a un hombre de mirada noble, al Padre de África y de una buena parte de la humanidad. Es la evocación, el pensamiento, el tributo a quien luchó toda su vida y, sin proponérselo, dejó a un lado el yo individual para convertirlo en universal.
Siempre recordaremos un fragmento de la misiva que el Comandante en Jefe Fidel Castro enviara a Mandela, el 18 de julio de 2008, ocasión del aniversario 90 de su natalicio: "Nada pudieron contra el acero de tu resistencia la calumnia y el odio. Supiste resistir y, sin saberlo ni buscarlo, te convertiste en símbolo de lo más noble de la humanidad”.
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