Guatemala: la ciudad que “lo hizo maestro”
El 2 de abril de 1877 arribó José Martí a la capital guatemalteca para una estancia que duraría poco más de un año. Como había escuchado hablar acerca del éxito alcanzado en esa nación por el bayamés José María Izaguirre[1] al frente de la Escuela Normal, se presentó ante el cubano y le pidió una plaza como docente. El director había leído y admirado El presidio político en Cuba[2] y, una vez que se convenció de estar frente a su autor, lo integró de inmediato al claustro y lo alojó en su propia casa, hasta que el joven compatriota pudiera arrendar una vivienda.
En el aula, Martí creó una favorable impresión, a la vez que disfrutaba la satisfacción de enseñar. Por ese entonces, escribió la obra teatral Patria y libertad. (Drama indio) y el 21 de abril, durante una actividad en la escuela, pidió la palabra y asombró a todos con su elocuencia, que fue premiada con calurosos aplausos. El 22 publicó “Los códigos nuevos”, un elogio del nuevo Código Civil guatemalteco y el 28, ofreció una conferencia en la sabatina[3] de la Normal, en la cual elogiaba a poetas, escritores e historiadores guatemaltecos. Incluso, en este su primer mes en Guatemala, pudo conocer al presidente de la República,[4] muy interesado en desarrollar la educación y la cultura.
En mayo, fue nombrado catedrático de Historia de la Filosofía y Literatura francesa, inglesa, italiana y alemana en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad guatemalteca. También resultó admitido como miembro de la Sociedad Literaria El Porvenir, que agrupaba a los más destacados intelectuales del país y de la cual más adelante sería nombrado vicepresidente.
A instancias de Margarita Izaguirre, comenzó a impartir clases gratuitas de composición en la Academia de Niñas de Centroamérica. Una de sus discípulas, María, era hija del expresidente guatemalteco Miguel García Granados, cuya casa frecuentaría el cubano; entre el profesor y su joven alumna surgió una profunda simpatía, que en la muchacha se convirtió en amor. Poco después, el 10 de mayo, se produjo la muerte de la jovencita.
En noviembre, se descubrió una conspiración contra Barrios y Martí firmó, con el profesorado de la Normal, un manifiesto que criticaba a los conjurados, publicado en El Guatemalteco.
Atado por el compromiso dejado en México y aprovechando un permiso de fin de año, el 29 de noviembre inició la travesía hacia tierra azteca, a cuya capital arribó el día 11 y se alojó en la casa de Manuel Mercado. El 20 de diciembre, contrajo matrimonio con Carmen Zayas-Bazán y la pareja partió hacia Guatemala seis días más tarde, en un viaje largo y difícil. Antes de marcharse, dejó en manos de Mercado, a quien había pedido que se encargara de la edición, una parte de su folleto “Guatemala”, en el que expresaba lo que significaba para él esta experiencia, en frase que consagraría para siempre el magisterio: “Yo llegué […] a un pueblo hermoso; llegué pobre, desconocido, fiero y triste. Sin perturbar mi decoro, sin doblegar mi fiereza, el pueblo aquel, sincero y generoso, ha dado abrigo al peregrino humilde. Lo hizo maestro, que es hacerlo creador”.[5]
Asentado de nuevo en la capital guatemalteca, recomenzó su labor profesoral en la segunda quincena de enero. Sin embargo, en marzo estaba pensando en marcharse del país, a causa de la hostilidad que había encontrado en las esferas oficiales; perdió su empleo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad, aunque continuó impartiendo sus clases como catedrático sin sueldo. Por esta época, sus alumnos de la Normal le obsequiaron una leontina.
Persistió en su intento de crear la Revista Guatemalteca y, aunque esta publicación no llegó a ver la luz, artículos como “Libros nuevos” y “Guatemala en París” —a propósito de la Exposición de París (1878)”— fueron concebidos para ella.
En los primeros días de abril fue destituido Izaguirre y, aunque su situación no era muy cómoda, Martí le anunció que renunciaría a su plaza y cuando aquel intentó disuadirlo, la respuesta lo mostraría de cuerpo entero: “Renunciaré, aunque mi mujer y yo nos muramos de hambre. Prefiero esto a hacerme cómplice de una injusticia”.[6] Aceptada su renuncia, Pepe empezó a considerar la posibilidad de marcharse. Aunque no era lo que tenía planeado, ante la insistencia de sus padres y de una Carmen deseosa de que su hijo naciera en Cuba, y teniendo en cuenta que, de acuerdo con el Pacto del Zanjón, los desterrados podían regresar a Cuba, determinó volver a la tierra amada.
[1] José María Izaguirre Izaguirre (Bayamo, 1828-La Habana, 1905). Patriota, escritor y pedagogo. Al estallar la Guerra Grande, se alzó en armas. Fue delegado a la Constituyente de Guáimaro. Comisionado por el gobierno de la República en Armas, realizó varias misiones en el extranjero. Firmada la Paz del Zanjón, se radicó en Guatemala. Cooperó con el Partido Revolucionario Cubano (PRC) cuando se preparaba la guerra necesaria. Colaboró en diversas publicaciones y publicó varios libros.
[2] Publicado por Martí en España, en 1871, durante su primer destierro, refleja la amarga experiencia vivida en las canteras de San Lázaro, donde los presos trabajaban en condiciones infrahumanas.
[3] Ejercicios docentes que se realizaban los sábados, y en los que estudiantes y profesores disertaban sobre temas específicos.
[4] Justo Rufino Barrios (Guatemala, 1835-1885). Como presidente realizó numerosas reformas sociales, culturales, económicas y legislativas. Entre sus errores históricos se destaca la cesión a México de Chiapas y Soconusco, así como haber sometido a trabajos forzados a los indígenas.
[5] _________: “Guatemala”, en Obras completas, t. 7, Centro de Estudios Martianos, 2007, pp. 116-117.
[6] Herminio Almendros: Nuestro Martí, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1997, p. 34.