Una escolta de tres millones

04 de Octubre de 2021

Foto: Granma

El barbudo salió del cañaveral, con pasos firmes hasta el grupo donde estaba el niño. Éste observó el sudor que empapaba el rostro y su camisa verde olivo. Sostenía un machete en su mano izquierda. Impresionado, sintió en las pupilas el resplandor de una estrella refulgente en su boina.

 

“Aquí a los que cortan cañas ¿no le dan agua?” – preguntó en tono severo pero jocoso–Apremiado por el padre, entonces responsable de la retaguardia, el muchacho fue en busca del preciado líquido. El barbudo lo había solicitado para todos.

 

Desde ese momento se convirtió en el “aguatero”, o “el negrito de los limones”, porque los fines de semana subsiguientes resultó su amiguito inseparable. Traía el agua y los cítricos y el barbudo los pelaba, los masticaba y después echaba el zumo en la cantimplora. “Es bueno para defenderse del asma” – le dijo un día.

 

“El apodo me lo decía en tono cariñoso, con un brazo sobre mi hombro” – relata el teniente coronel(r) José Agustín Aguirre, de la División Nacional de Tránsito. Años después sería uno de los nueve ciclistas de esa especialidad que escoltaron los restos del Comandante Ernesto Guevara de la Serna y sus compañeros desde el MINFAR, en la Plaza de la Revolución, hasta su reposo definitivo en el Mausoleo erigido en Villa Clara.

 

“Aprendí muchas cosas y una frase se quedó en mi mente, la cual comprendí años después. Mirándome fijamente a los ojos, dijo: Si me necesitan para algo importante, estoy en la hilera 24, pero si vienen solo para verme, le dices que yo no vine hoy. Era su forma de evitar a los arribistas. La medalla que me dieron al cumplir la misión, se la entregué a mi padre en una reunión familiar. Él se la merecía tanto como yo por todo lo que me enseñó.

 

Desde la Plaza hasta el centro del país, los desafiaban trece horas plenas de emociones, tensiones, equilibrios y maestría en la conducción de sus respectivas motos.

La misión fue planeada minuciosamente por el Alto Mando del MINFAR yel MININT, concebida como un evento muy especial, con mapas, bocetos, indicaciones y todo lo necesario para una operación de gran envergadura. Conllevó un riguroso proceso de selección y, posteriormente una preparación psíquica. La moral y la física ya la poseían.

 

Hubo ensayos en la vía, dinámicas operacionales y análisis de los posibles obstáculos. Los jefes, percatándose del peligro real que representaba el cansancio, el castigo de los rayos del sol y el estrés, insistieron en la necesidad de un relevo en algún momento. Los nueve argumentaron que poseían las condiciones y la preparación necesarias para cumplir la misión, estaban aptos y decididos. Se aprobó entonces esa actitud y fue “una misión sin relevo”.

 

Contra viento y lluvia

 

“En la segunda práctica al regreso de Villa Clara se desató una torrencial tormenta la cual nos acompañó hasta La Habana –recuerda el teniente coronel (r) José (Pepe) Santamarino García -. La Jefatura se trasladaba junto a nosotros, en un Puesto de Mando. Allí iban los generales Pardo y Sotomayor, los coroneles Máximo y Buenamusa. Nos plantearon detener la marcha por razones de seguridad. Entonces preguntamos: “¿y si el día del traslado real pasa algo como esto…?”El razonamiento y la lógica se impusieron. Continuamos, claro está, extremando las precauciones. “Estábamos empapados, el agua subía casi al burro de las motos y la visibilidad era prácticamente nula. Pero llegamos sanos y salvos”.

 

“El día del traslado verdadero nos conmovió un hecho. A la entrada de Matanzas, una señora depositó sus flores sobre la acera. ¡Aquello fue como una orden sin voz de mando! Los congregados a ambos lados hicieron lo mismo. Fue algo mágico, una voz de mando virtual para decirlo en términos contemporáneos. Fíjate que ese impacto lo trasmití a mis hijos. ¡Imagínate!, un mar de flores, cortejando al Che, depositadas por el pueblo en silencioso respeto. Todavía hoy me erizo, estábamos cargados de un profundo sentimiento patriótico y eso también nos nutrió de una energía positiva la cual nos rodeó todo el tiempo”.

 

Malabarismo

 

Fueron muchas las vivencias experimentadas. El compañero mayor (r) Félix Toca Argudín relata una de ellas: “Me percaté de que en el camión donde trasladaban a los periodistas, el agua se les había agotado. Comuniqué la situación al mayor Lara en el Puesto de Mando y solicité que me autorizaran a llevarle los pomos de agua. Confiaron en mi profesionalidad y me autorizaron... ¿Qué cómo lo hice? Como en los buenos tiempos del Batallón de Ceremonias y los carnavales. Me acercaba al camión, me estiraba, recogía los pomitos y reducía la velocidad, llegaba hasta la guagüita, recogía los llenos y después parado sobre los pedales entregaba el producto. Lo hice varias veces sin problemas”.

 

No hay PARE

 

Otro de los entrevistados, fue el jefe del pelotón, el teniente coronel (r) Javier Caballero Ávila. Estrenó además del uniforme, guantillas, botas y hasta una moto que estaba en fase experimental. “Fue un error – reconoce –, porque me resultó más difícil todo ese equipamiento a la hora de conducir. Mira si aquella misión fue tremenda que con anterioridad habíamos marcado con la Jefatura algunos lugares muy apartados para realizar cualquier necesidad personal. Pero ni eso se pudo hacer. ¿Sabes por qué? La misma cordillera de gente que salió en cada pueblo, estaba en todos los tramos de la carretera central, formando un cordón infranqueable. Hasta sobre los árboles o en los techos. El “Pare” momentáneo fue imposible y todos lo comprendimos. Además, teníamos que mantener la marcha lenta de no más de 30 km, para evitar un accidente. Eso lo trasmití a mi familia y cada vez que salía un reportaje en la televisión recordando aquel momento, los muchachos venían corriendo para avisarme. Esos y otros momentos quedaron muy adentro en cada uno de nosotros y me refiero no solo a los ciclistas sino a los tripulantes de los armones, a los jefes, a los tripulantes de los carros patrulleros, a los de los helicópteros desde el aire”.

 

Otro hecho lo narra el mayor (r) Osvaldo Peña Isaac. Su esposa estaba a punto de parir y los compañeros le hacían bromas. “¡Me decían ya parió, está al teléfono!” Yo iba corriendo y cuando llegaba comenzaban a reírse pero después me tiraban los brazos y me decían tú verás que todo va a salir bien. El traslado fue el 14 de octubre de 1997 y la niña nació el 20, ya en La Habana, pero fíjate, que es el Día de la Cultura Cubana. Un símbolo. A mí me habían entregado un pullover con la imagen del Che y yo lo guardé hasta que ella cumplió catorce años. Cuando le narré esas cosas se emocionó mucho. Se enamoró del Che”.

 

“Recibimos un trato exquisito de todos los Mandos de las provincias. ¡Ah!, y durante la espera de dos días en Villa Clara para trasladar los restos desde la biblioteca hasta el mausoleo, visitamos lugares históricos donde, los actuales jefes, protagonistas con el Che en la Sierra Maestra, en el Escambray y en la toma de Santa Clara, nos relataron sus vivencias. Algo inolvidable”.

 

De los nueve ciclistas se nota una ausencia y según todos coinciden resultaba un ejemplo como amigo, compañero y padre. “Jurvis Jefferson Faure, era la inspiración, el alma del grupo. Siempre una frase amable, un mulato elegante y muy humano. Era capaz de detener su moto para ayudar a una anciana o a un niño donde fuera. Siempre tenía una palabra que lo caracterizaba. Le decía a uno "la tierra” como diciendo mi socio, mi hermano. La vida le jugó una mala palabra y después de jubilarse por enfermedad, falleció. Todos estuvimos de duelo”. Así lo recuerda Felipe Miguel Padrón Reyes otro de los ciclistas.

 

“Fue muy emocionante cuando al CDR de mi cuadra le pusieron el nombre de mi padre, por todos sus méritos. Ese día lloramos mucho”, nos confesó Amadays Jefferson, su hija mayor.

 

El suboficial Ramón Martínez Sánchez fue delegado directo al 5º Congreso del PCC. “Cuando mi papá se enteró me mandó a decir, ¿quién iba a imaginarse que un guajirito de monte adentro iba a llegar a eso? A mí me pareció un sueño, pero voy a contarte lo que le vi hacer a Jefferson durante la travesía. A pesar de todos los mantenimientos y los cuidados, casi al comienzo de la caravana, a la moto que él conducía se le reventó el cable del acelerador. Algo inaudito. Jefferson con su habitual sangre fría sacó una pinza del maletín de la moto a su espalda y entonces: con una mano aceleraba la moto sosteniendo el cable con la pinza y con la otra, conducía. Así hasta Villa Clara. Increíble, ¿verdad?, una hazaña”.

 

El capitán (r) Felipe Padrón Reyes me confesó: “a cada rato sueño que estoy en el Batallón de Ceremonias y en la Caravana junto a los restos del Che. Estaba recién operado pero cuando me enteré, me sentí entero y así lo entendió Javier cuando fue a buscarme. Además fuimos con los grados de mayor otorgados honoríficamente para esa misión y nos sentimos muy motivados. ¡Imagínate que cuando transitábamos, los espejos de las motos a veces casi rozaban a la gente! ¡Había que maniobrar muy bien y con mucha sangre fría! El capitán (r) Emilio Espinosa Peña relata que “durante el recorrido vio campesinos a caballo por los potreros cuidando que ningún animal se acercara a la cerca y cruzaran la carretera. Las cosas se previeron al detalle”.

 

Manos tostadas

 

Junto a los ciclistas participaron seis carros patrulleros de la Unidad Provincial de Patrullas de La Habana. Entrevistamos al capitán José Palacios Chill, en la propia unidad. Él nos presentó al primer teniente Ernesto Zorrilla, Palacios afirmó con énfasis: “Por Zorrilla tuvimos que dar una gran batalla. Todos nosotros pertenecíamos al Partido y él era de la UJC. Algunos cuestionaron eso. Nosotros planteamos que: el carro 395 es el mejor de todos, reconocido por la Jefatura y debía estar en la caravana. Desde luego se aceptó y mira si nosotros teníamos razón que al final lo elegimos vanguardia, sin ninguna duda. Dile a él que te cuente”.

 

“No hice ninguna hazaña – dijo con modestia-. Mi carro estaba en perfecto estado técnico. Incluso me dieron la misión de ser el Puesto de Mando auxiliar en caso de que fallara algo en la Coaster. Yo llevaba cinco plantas y resulta que el condensador me empezó a fallar. Informé al Puesto de Mando y me adelanté un kilómetro. Cuando abrí el capó aquello metía miedo, el recalentamiento era tremendo. No lo pensé dos veces, a mano limpia lo cambié por otro que traía de repuesto. Desde luego que casi se achicharraron, pero a pesar del dolor, seguí hasta el final… A mi hijo en la escuela como siempre se la pasaba hablando de estas cosas, le decían el Che”.

 

“Eso lo dice así muy sencillo, pero hay que tener valor, fuerza y voluntad. No solo por ese suceso lo elegimos vanguardia. Hubo otras cosas que no quiero mencionar aquí – afirma Palacios y agrega: “En el trayecto los oficiales de las FAR nos abastecían con un módulo de alimentos, agua, caramelos, hasta una bolsa para orinar. Recuerdo que en las zonas apartadas donde había muchos niños les dábamos los caramelos. Ellos no querían cogerlos pero nosotros insistíamos y se los entregábamos”.

 

Algunos de aquellos hombres habían cumplido misiones internacionalistas en el Congo, Angola o Etiopia. Todos tenían “horas de vuelo” en el enfrentamiento al delito. Esas son otras historias. Él mayor Lara nos confesó que, como Jefe de Operaciones, con experiencia en estos casos, él calculó tres millones de personas en el recorrido. Pero quizás la frase que enaltezca y resuma las trece horas de escolta, fuera la pronunciada por el General de División Ramón Pardo Guerra: “Este es el evento más importante de toda mi historia y me gustaría ser uno de ustedes para acompañar los restos en una moto a su lado”.

 

  • Foto: Granma

  • Foto: Granma

  • Foto: Granma

  • Foto: Granma

Artículos del autor:

Comentarios

En este sitio no se admiten comentarios que violen, incumplan o inciten a romper legislaciones cubanas vigentes o atenten y dañen el prestigio de alguna personalidad o institución, así como tampoco aquellos que contengan frases obsenas, groseras o vulgares. Verde Olivo se reserva el derecho de no publicar los comentarios que incumplan con las normas antes expuestas.

To prevent automated spam submissions leave this field empty.
CAPTCHA
Esta pregunta es para probar si usted es o no una persona real e impedir el envío automatizado de mensajes basura.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres que se muestran en la imágen.