Guerra de guerrillas

24 de Marzo de 2021

Ernesto Guevara de la Serna, en el Congo.

Foto: Tomada de Internet
 

 

No cabe duda que la Revolución Cubana ha ido perfilando su conducta, estructurando su programa y cuajando determinadas formas ideológicas en el proceso mismo de su desarrollo radical.

Claro que sería ingenuo pensar que los jefes de la revolución ignoraban, al desembarcar del Granma, el curso del pensamiento revolucionario de América y del mundo. En La Historia me Absolverá Fidel Castro sitúa nuestra lucha en un panorama mundial que se ha integrado con los aportes, muchas veces ejemplares, de tantos pueblos revolucionarios en distintas épocas históricas.

No obstante, su gran virtud reside en haber obtenido en la práctica de la lucha nacional que manda, la experiencia indicada para hacer rápido camino hacia la completa libertad nacional y el progreso social de Cuba. En este desenlace corresponde papel determinante a su infatigable fe en el pueblo, a una toma de posición sin miedos ni prejuicios al lado del dolor, la esperanza ­y el afán de los humildes.

En numerosos discursos y explicaciones Fidel ­Castro ha ido sintetizando la experiencia, fijando el rumbo y cargando el impulso de nuestra revolución. Si no fuera dable analizarlos todos, hay quince o veinte de esos discursos cuyo estudio es obligado para comprender esta etapa creadora, de edificación y salvaguardia de la revolución cubana.

Sin embargo, se había hecho poco por estudiar una fuente singular de la experiencia revolucionaria de nuestro pueblo y, por lo demás, organismo básico en la victoria del Primero de Enero: nos referimos a la guerra de guerrillas que forjó al Ejército Rebelde.

 

La experiencia de la lucha armada

 

Lo primero que cabe señalar respecto al libro Guerra de Guerrillas, del comandante Che Guevara, es precisamente que satisface la necesidad de síntesis y generalización, de la experiencia armada de la Revolución Cubana.

En el trabajo no alienta decididamente el interés histórico. Si ayer la guerra de guerrillas fue el factor principal en la conquista del poder revolucionario, mañana puede resultar útil nuevamente caso de que fuera preciso defender la revolución a mano y mente armadas con­tra un enemigo muy potente.

En cuanto a aquellos pueblos de América, víctimas aún de dictaduras oligárquicas, el libro “Guerra de Guerrillas” puede dar mucha luz a la tarea libertadora.

Un recetario anti-guerrillas

Hace varios años comenzó a circular por las escuelas militares del viejo ejército un folleto sobre guerrillas –o, por mejor decir contra ella. Era un material de instrucción del Ejército de los Estados Unidos; así había de ser también en Cuba.

Ciertamente los estrategas del vecino poderoso tenían un pobre criterio acerca de los movi­mientos patrióticos guerrilleros surgidos en Asia y Europa bajo la ocupación fascista, sobre todo porque algunos de aquellos ejércitos rebeldes se mantuvieron combatiendo, ya terminada la se­gunda guerra mundial, contra nuevos –o más viejos– enemigos de su independencia nacional.

Los textos del “U. S. Army” daban recetas para combatir a las guerrillas, como si fuera lo mismo organizar una cacería de malhechores. En suma, no comprendían nada. Eran incapaces de entender los estrategas de los monopolios que aún los procedimientos más brutales, como el in­cendio de poblados y el asesinato en masa de sus habitantes –procedimientos que el folleto de re­ferencia no mentaba, desde luego, pero que se aplicaron en Filipinas, Indonesia, Vietnam. Gre­cia y ahora se emplean en Kenia y en Argelia– son impotentes para reducir al guerrillero.

¿Por qué? Lo explica bien el libro del Che Guevara: “La lucha guerrillera es una lucha de pueblo'”. El guerrillero es invencible por ser una parte inseparable de su pueblo.

Desnudo de motivaciones anecdóticas, sin ánimo de excitar o entretener, Guerra de Guerrillas agarra, no obstante, y retiene la atención del lector, tanto más cuanto mayor su inquietud cívica o patriótica.

 

Leyes especiales de desarrollo

 

Leyéndolo, reconoce el rebelde y ve más claro el cuadro de sus recientes luchas. Aprende el miliciano ansioso las cualidades de la guerra guerrillera: la movilidad, el ataque sorpresivo, el hostigamiento sin sosiego, la adaptabilidad a condiciones rigurosas, la toma del abastecimiento al enemigo, la identificación absoluta con el pueblo.

Condensa el libro pormenores y juicios sobre la organización de la guerrilla, el desarrollo del combate y la función social del guerrillero. Revela aspectos de la organización del territorio libre, las funciones del mando en relación con la población civil y sus instituciones, las relaciones entre el “frente” guerrillero y la “retaguardia” bajo control tiránico. Se estudia la organización sanitaria, de la producción, de la propaganda y otras cuestiones de parejo interés.

Y en la exposición se advierte como la guerra de guerrillas no es simplemente una guerra convencional en escala más pequeña sino una guerra de tipo original, con sus leyes especiales de desarrollo, que se aplican flexiblemente en las más variadas condiciones, ya se desenvuelva en terreno favorable (accidentado) o desfavorable (llano) o excepcionalmente riesgoso (en zonas suburbanas).

 

Consideraciones fundamentales

 

En el libro se parte de los hechos cubanos para establecer conclusiones generales, bien entendido que la realidad concreta en cada país y pueblo en un momento dado, con cierto antecedente histórico y tal o cual grado de experiencia política, imparten al movimiento guerrillero sus modos peculiares, sus recursos originales, sus inventivas específicas.

Ahora bien, el autor remarca de entrada tres consideraciones de valor fundamental: la capacidad de las fuerzas populares para destruir al Ejército Regular en lucha, el factor de acelerador de las condiciones generales revolucionarias que constituye el foco guerrillero, y el señalamiento de que el campo es el terreno preferente para desarrollar la lucha armada en nuestra América.

Otra conclusión del mayor interés es la que establece que el nuevo ejército del pueblo, una vez creado el poder revolucionario, debe evitar ajustarse a la organización antigua. Nosotros incurrimos inicialmente en ese error que costó dañinos desajustes, pues era imprescindible una estructuración que continuara en nuevas condiciones el espíritu dinámico y creador de la fase guerrillera.

Pero, además, el nuevo ejército popular debe prepararse sin tardanza para la guerra defensiva que pueden imponer tanto pequeños como grandes enemigos. En caso de que grandes concentraciones hostiles lograran destruirlo, “se transformaría inmediatamente en un ejército guerrillero con amplio sentido de movilidad, con el mando ilimitado de sus jefes a nivel de la columna, pero… con un mando central situado en algún lugar del país, que daría las órdenes oportunas y se fijaría la estrategia general en todos los casos”.

 

El momento guerrillero y su dinámica

 

Hay en el libro del comandante Guevara un claro enfoque de la relación y el proceso de superación recíproca entre la variante guerrillera y la de formaciones estables en el desempeño de las funciones armadas de la revolución.

“Queda bien establecido –se afirma– que la guerra de guerrillas es una fase de la guerra que no tiene de por sí oportunidades de lograr el triunfo. Es además una de las fases primarias de la guerra y se irá desenvolviendo y desarrollando hasta que el ejército guerrillero, en su crecimiento constante, adquiera las características de un ejército regular. En ese momento estará listo para aplicar golpes definitivos al enemigo y acreditarse la victoria. El triunfo será siempre de un ejército guerrillero”.

Así que no se eleva lo guerrillero a la categoría de fetiche. La forma guerrillera es un momento en la creación del ejército del pueblo.

Ahora bien, siempre se mantendrá en este ejército la marca flexible y popular del sentido guerrillero. Y eventualmente, en presencia de una agresión muy poderosa, la necesidad revolucionaria replanteará la forma guerrillera de lucha, para asegurar la supervivencia revolucionaria y nacional.

Entre paréntesis, nos preguntamos si el ejército que se desarrolle nuevamente –caso de que se nos impusiera tal alternativa– no resultaría más inseparable del pueblo todavía, más arraigado en él (a la manera que sugieren las milicias, por ejemplo) de modo que más que representar al pueblo, lo abarcara y contuviera, para verse superado, reemplazado por él.

 

Un acervo de lucha y pensamiento

 

En fin, Guerra de Guerrillas constituye un aporte invaluable para el patriota y el revolucionario de nuestro país y de América, al mismo tiempo que da vuelo al pensamiento revolucionario creador.

Se demuestra una vez más que nuestra revolución –como toda revolución real– es fuente de ideas transformadoras.

Todavía queda mucho que generalizar y discutir de su experiencia, digamos, en el campo de la sanidad militar rebelde, en lo que toca a la administración revolucionaria de los territorios libres, etc. Y no hay que decir con cuanto interés se espera el día en que pueda escribirse y ser leída la Historia de la Revolución, que alguna vez aludiera por televisión el jefe máximo.

 

Referencia:

Revista Verde Olivo No. 6 / 24.4.1960, p. 6-8

 

Nota:

Fue respetada la redacción y ortografía de la época.

 

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Comentarios

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