Ser un ejemplo vivo

Por Comandante Ernesto Guevara
13 de Noviembre de 2020

Fuente: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

Yo creo que lo primero que debe caracterizar a un joven comunis­ta es el honor que siente por ser joven comunista. Ese honor que le lleva a mostrar ante todo el mundo su condición de joven comunista, que no lo vuelca en la clandestini­dad, que no lo reduce a fórmulas, sino que lo expresa en cada mo­mento, que le sale del espíritu, que tiene interés en demostrarlo porque es su símbolo de orgullo.

 

Junto a eso, un gran sentido del deber hacia la sociedad que estamos construyendo, con nuestros semejantes como seres humanos y con to­dos los hombres del mundo.

 

Eso es algo que debe caracterizar al joven comunista. Al lado de eso, una gran sensibilidad ante todos los problemas, gran sensibilidad frente a la injusticia; espíritu inconforme cada vez que surge algo que está mal, lo haya dicho quien lo haya dicho. Plantearse todo lo que no se entienda; discutir y pedir aclaración de lo que no esté claro; declararle la guerra al formalismo, a todos los tipos de formalismo. Estar siempre abierto para recibir las nuevas ex­periencias, para conformar la gran experiencia de la humanidad, que lleva muchos años avanzando por la senda del socialismo, a las con­diciones concretas de nuestro país, a las realidades que existen en Cuba: y pensar –todos y cada uno– cómo ir cambiando la reali­dad, cómo ir mejorándola.

 

El joven comunista debe propo­nerse ser siempre el primero en to­do, luchar por ser el primero, y sen­tirse molesto cuando en algo ocupa otro lugar. Luchar por mejorar, por ser el primero. Claro que no todos pueden ser el primero, pero sí estar entre los primeros, en el  grupo de vanguardia. Ser un ejemplo vivo, ser el espejo donde se miren los compañeros que no pertenezcan a las juventudes comunistas, ser el ejemplo donde puedan mirarse los hombres y mujeres de edad más avanzada que han perdido cierto entusiasmo juvenil, que han perdi­do la fe en la vida y que ante el estímulo del ejemplo reaccionan siempre bien. Esa es otra tarea de los jóvenes comunistas.

 

Junto a eso, un gran espíritu de sacrificio, un espíritu de sacrificio no solamente para las jornadas he­roicas, sino para todo momento. Sa­crificarse para ayudar al compañe­ro en las pequeñas tareas, para que pueda así cumplir su trabajo, para que pueda cumplir con su deber en el colegio, en el estudio, para que pueda mejorar de cualquier mane­ra. Estar siempre atento a toda la masa humana que lo rodea.

 

Es decir: se plantea a todo joven comunista ser esencialmente huma­no, ser tan humano que se acer­que a lo mejor de lo humano, pu­rificar lo mejor del hombre por me­dio del trabajo, del estudio, del ejercicio de la solidaridad continuada con el pueblo y con todos los pue­blos del mundo, desarrollar al máximo la sensibilidad hasta sentirse angustiado cuando se asesina a un hombre en cualquier rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una nueva bandera de li­bertad.

 

El joven comunista no puede estar limitado por las fronteras de un territorio: el joven comunista debe practicar el internacionalismo pro­letario y sentido como cosa propia. Acordarse, como debemos acordar­nos nosotros, aspirantes a comunis­tas aquí en Cuba, que somos un ejemplo real y palpable para toda nuestra América, y más aún que pa­ra nuestra América, para otros paí­ses del mundo que luchan también en otros continentes por su libertad, contra el colonialismo, contra el neo­colonialismo, contra el imperialis­mo, contra todas las formas de opre­sión de los sistemas injustos; acor­darse siempre de que somos una antorcha encendida, de que nos­otros todos somos el mismo espejo que cada uno de nosotros indivi­dualmente es para el pueblo de Cuba, y somos ese espejo para que se miren en él los pueblos de Amé­rica, los pueblos del mundo opri­midos que luchan por su libertad. Y debemos ser dignos de ese ejem­plo. En todo momento y a toda ho­ra debemos ser dignos de ese ejem­plo.

 

Eso es lo que nosotros pensamos que debe ser un joven comunista. Y si se nos dijera que somos casi unos románticos, que somos unos idealistas inveterados, que estamos pensando en cosas imposibles, y que no se puede lograr de la masa de un pueblo el que sea casi un arquetipo humano, nosotros tenemos que contestar, una y mil veces que sí, que sí se puede, que estamos en lo cierto, que todo el pueblo puede ir avanzando, ir liquidando las pe­queñeces humanas, como se han ido liquidando en Cuba en estos cuatro años de Revolución; ir perfeccio­nándose como nos perfeccionamos todos día a día, liquidando intransi­gentemente a todos aquellos que se quedan atrás, que no son capa­ces de marchar al ritmo que mar­cha la Revolución cubana. Tiene que ser así, debe ser así, y así será, compañeros. Será así, porque uste­des son jóvenes comunistas, crea­dores de la sociedad perfecta, se­res humanos destinados a vivir en un mundo nuevo de donde habrá desaparecido definitivamente todo lo caduco, todo lo viejo, todo lo que represente la sociedad cuyas bases acaban de ser destruidas.

 

Para alcanzar eso hay que traba­jar todos los días. Trabajar en el sentido interno de perfeccionamien­to, de aumento de los conocimien­tos, de aumento de la comprensión del mundo que nos rodea. Inquirir y averiguar y conocer bien el por­qué de las cosas y plantearse siem­pre los grandes problemas de la humanidad como problemas pro­pios.

 

Nota:

 

Fue respetada la redacción y ortografía de la época. 

 

Referencia:

 

Revista Verde Olivo,  edición No.41 del 10 de octubre de 1976; pp.11 y 13

Referencia Ediciones Verde Olivo (Libro): 
Referencia Galería: 
Che