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Los historiadores guantanameros Wilfredo de Jesús Campos Cremé y José Sánchez Guerra vuelven a unir sus habilidades y empeños para ofrecernos una apasionante visión sobre el episodio militar más significativo del siglo xix en el territorio guantanamero, cuando cubanos y yanquis combinaron sus esfuerzos para derrotar al español; solo que, a la hora de los laureles, todos fueron a parar a las sienes de los estadounidenses y, además, se quedaron con la bahía de Guantánamo.

 

Por lo general, no se le hace justicia a las unidades mambisas que bajo el mando del experimentado general de división Pedro Agustín Pérez, Periquito, encerraron en un firme dogal las tropas de la 2.a brigada de la 2.a división del 4.o cuerpo de ejército español, bajo el mando del general Félix Pareja Mesa: unos siete mil hombres les impidieron marchar en ayuda del general Arsenio Linares Pombo en la sitiada Santiago y les obligaron a combatir en el cerco, a media ración y sin otra perspectiva que la capitulación. El propio William Rufus Shafter a fuer de ignorar el protagonismo mambí, confesó: “[…] nunca entendí 6 por qué las tropas españolas en Guantánamo no atacaron por la retaguardia en Santiago [de Cuba]”

Entre apuntes, memorias que a veces están salpicadas con humor, fotos…que se encuentran en esta obra, el autor navega de nuevo a Etiopía y desea dejar en manos del lector todas sus vivencias. En sus páginas se cuenta el significativo desempeño que tuvieron nuestros jóvenes comunicadores en la ayuda internacionalista a este hermano país. Los acontecimientos aquí narrados se corresponden con la realidad histórica.

Siempre en combate recoge algunos de los aspectos principales de la vida del autor, así como acciones fundamentales vividas por las tropas cubanas y él en la República Popular de Angola, Etiopía y otros países.

 

Este libro, esfuerzo modesto, sencillo, hecho por el combatiente, luchador incansable, general de cuerpo de ejército Ramón Espinosa Martín, ha intentado recoger parte de la historia vivida por él y muchos otros compañeros, como un reconocimiento también a este heroico pueblo y a sus hijos internacionalistas.

Desde la intensidad del alma, vuelve esta magia movilizadora a llamarnos. Magia movilizadora le llamo a la estrofa que desde los «poetas de la guerra», como los nombró Martí en la manigua mambisa, es incalculable inyección en el espíritu y en la voluntad del cubano. En mi caso, viene desde la sangre hasta la cuna, desde el placer de sentirla hasta el compromiso extremo de trabajar profesionalmente para ella. Incontables emociones como poeta improvisador me han dejado vivir, desde el escenario más humilde de uno de nuestros barrios hasta representando en disímiles eventos internacionales a nuestra querida y respetada Isla. Esta importante y definitoria tarea no es menos emocionante, diría que es más comprometedora. Un prólogo supera la fugacidad de la improvisación, vuela con alas de eternidad en un cielo de grafito y no tiene retroceso, permanece para siempre plasmado en páginas que recorrerán las pupilas de incontables lectores, incluso, cuando no estemos.

 

Al descorrer lentamente las cortinas de la historia patria, sin lugar a dudas la amanecida de la mañana de la Santa Ana en Santiago de Cuba, aquel 26 de julio del año en que se conmemoraba el centenario del nacimiento de nuestro Apóstol, José Martí Pérez, nos hace estremecer. Esto ocurre porque, no obstante el transcurso del tiempo, es imposible estudiar, escuchar o leer sobre el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, sin que diversos sentimientos no conmuevan nuestra forma de pensar y sentir. En primer lugar, por la audacia sin límites que demostraron aquellos jóvenes al lanzarse a conquistar el campo enemigo en semejante acto de rebeldía, y demostrar así que era posible atacar al tirano en su propia madriguera para tomar sus armas y entregarlas al pueblo, aun cuando ese mismo opresor no imaginaba siquiera que existía en el país tanto derroche de bravura y un despertar tan elocuente de los más altos principios arraigados desde siempre.

La Habana Capital épica de la Revolución Cubana

Asentado en referentes documentales, este libro propone un recorrido diacrónico, abarcador de diversos campos que llega hasta nuestros días. Incita a releer el pasado. Invita a seguir investigando, a difundir los resultados de acercamientos emprendidos desde distintos puntos de vista y aproximar a los más jóvenes al descubrimiento de un universo apasionante.

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