La victoria que cambió el rumbo de Cuba

19 de Julio de 2021

La batalla de El Jigüe fue el último descalabro de la ofensiva batistiana en el verano de 1958. Foto: Internet

El 21 de julio de 1958 culminó la batalla de El Jigüe con una victoria vital para las fuerzas rebeldes. A partir de ella comenzó la derrota de la ofensiva general que el ejército de la dictadura había arrojado sobre la Sierra Maestra o lo que es lo mismo, con la operación Fin de Fidel (FF).

 

Diez días antes había iniciado el combate entre los revolucionarios y tropas élite de la tiranía batistiana llegadas a las montañas orientales con el objetivo de acabar con la insurgencia guerrillera y su líder. Para ello, avanzaron por el norte desde Santo Domingo, las Vegas de Jibacoa y San Lorenzo, y por el sur desde Palma Mocha y La Plata, su propósito: rodear a los alzados.

 

Fue un viernes cuando una patrulla del Ejército Rebelde en las cercanías de los ríos Jigüe y La Plata, empezaron el combate. Tenían como finalidad aislar a un batallón que se encontraba a muy corta distancia de Radio Rebelde, un hospital, talleres de fabricación de minas y otros puntos vitales de las fuerzas revolucionarias.

 

Fueron días donde se sucedieron enfrentamientos en sitios como Cagüeiro, Gran Tierra, Río La Plata, Pico Manacas y Paridón. Poco a poco, bajo la guía del comandante Fidel, unos trescientos hombres mal armados y con poco parque, revirtieron la situación de encierro inicial y resistieron el ataque de más de una decena de batallones apoyados con fuerzas de la aviación, la artillería, buques y tanques.

 

En las jornadas de hostigamiento, los barbudos dejaron sin comunicación, carente de vituallas y sin posibilidad de salida al batallón enemigo, pues todos los intentos por enviar patrullas para explorar y llegar a la costa fueron impedidos por las emboscadas rebeldes.

 

Ante tal situación, el comandante José Quevedo, otros oficiales y soldados del ejército batistiano, desmoralizados y vencidos, comenzaron a deponer las armas de acuerdo con las condiciones propuestas por los insurrectos.

 

Este instante marcó el fin de la ofensiva de verano del régimen de Batista en la Sierra Maestra e inició la contraofensiva militar con las más de 200 armas largas obtenidas, incluyendo morteros, ametralladoras, una bazuca y 20 mil balas.

 

Esta batalla, en opinión de Fidel, fue una de las acciones decisivas de toda la guerra y a partir de ahí ya no le quedó duda “de la derrota relativamente cercana de la tiranía”, afirmó.

Así, el cambio del balance de las fuerzas rebeldes, representó una victoria estratégica y abrió el paso hacia el triunfo final de la revolución, el primero de enero de 1959.

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