Robert Capa, el célebre fotorreportero norteamericano considerado entre los más importantes de la historia –para muchos, el número uno–, y autor de la mejor foto de guerra de todos los tiempos, no se llamaba Robert Capa, tampoco era estadounidense, e incluso, bajo su firma se hicieron públicas imágenes logradas por dos personas, una mujer y un hombre: la alemana Gerda Taro y el húngaro Endre Ernö Friedmann.

Gerda Taro –nombrada realmente Gerta Pohorylle–, vino al mundo en la ciudad de Stuttgart, el 1^o de agosto de 1910. Hija de judíos polacos de origen burgués, integró desde muy joven movimientos progresistas. Cuando los nazis llegaron al poder en Alemania, fue detenida y luego puesta en libertad. Poco después, huyó con una amiga a París.

Endre Ernö Friedmann, nació el 22 de octubre de 1913, en Budapest. Sus padres, una diseñadora de modas y un intelectual, ambos judíos de buena posición económica, perdieron el local donde la familia gestionaba un taller de ropa, debido a la crisis económica de 1929. Entonces, el hogar de los Friedmann se transformó en sastrería. Dada la presencia masiva en casa de operarios y clientes, el joven Endre se refugiaba en la bañera a leer –mantuvo esa costumbre toda la vida– o vagaba por la ciudad. 

Durante uno de esos paseos, conoció a su vecina adolescente Eva Besnyö, la chica que lo introdujo en la fotografía a través de rostros de estibadores, mendigos, campesinas, niños pobres. Lajos Kassák, poeta, novelista, pintor, artista gráfico y editor socialista, también influyó en su formación. Endre se fue a Berlín en 1930, tras ser herido y arrestado por la policía húngara en una protesta contra el gobierno reaccionario de la época. 

Allí estudió periodismo y trabajó para la agencia Dephot. Su primer éxito fotográfico aparecería en 1932: un reportaje sobre León Trotski en Dinamarca, publicado en Der Welt Spiegel. El auge del nazismo y el ascenso de Hitler al gobierno alemán en 1933, decidió a Endre –extranjero en suelo germano, judío y con ideas de izquierda– a marchar hacia París.

Justo en la capital francesa, coincidieron los destinos de Gerda y Endre, y surgió un gran amor entre ellos, alimentado por la fotografía.

Sobrevivieron publicando pequeños trabajos, hasta que se les ocurrió inventar la figura de Robert Capa, supuesto periodista estadounidense de éxito. Bajo ese seudónimo comenzaron a triunfar.

En 1936, partieron a cubrir la Guerra Civil española –desde el lado republicano– para las revistas francesas Vu y Regards, la londinense Weekly Ilustrated, la suiza Zürcher Illustrierte, y la norteamericana Life. Gerda y Endre se aproximaban tanto a las acciones bélicas, que permanecían en continuo riesgo. Una frase de Endre, ilustra la filosofía de la pareja: «Si tus fotos no son suficientemente buenas, es que no estás bastante cerca».

El 25 de julio de 1937, en medio de un apresurado repliegue de las fuerzas republicanas en Brunete, a 28 kilómetros de la ciudad de Madrid, un tanque atropelló accidentalmente a Gerda –la oruga le pasó por encima–. Murió pocas horas después, la madrugada siguiente, apenas cinco días antes de cumplir 27 años.

El mundo se le vino abajo a Endre. Había perdido al amor de su vida.

Fuente consultada

1-Serrano, Pascual: Contra la neutralidad. Tras los pasos de John Reed, Ryszard Kapuscinski, Roldolfo Walsh, Edgar Snow y Robert Capa. Editorial Pablo de la Torriente Brau. La Habana, 2017.