Primero de Enero: Cuba en Revolución
Con las victorias de las fuerzas rebeldes que ya cercaban Santiago y el avance de las columnas guerrilleras, el 28 de diciembre, en el central Oriente, Fidel se había reunido con Eulogio Cantillo Porras, jefe del estado mayor del Ejército. En ese encuentro, el jefe rebelde impuso tres condiciones: no propiciar el golpe de Estado, no permitir la huida de Batista y no negociar con la embajada norteamericana. Cantillo traicionó los acuerdos adoptados, tomó el mando de las fuerzas armadas y, con el apoyo de la burguesía y el imperialismo, pretendió robar al pueblo el triunfo revolucionario.
En respuesta al golpe militar, el líder guerrillero se trasladó a Palma Soriano, donde se hallaba Radio Rebelde, desde cuyos micrófonos alertó acerca de la situación y dio la orden a todas las columnas del Ejército Rebelde de atacar sin tregua: «[…] nuestras tropas no deben hacer alto al fuego en ningún momento […] ¡Revolución SÍ; golpe militar NO!¡Golpe militar de espaldas al pueblo y a la Revolución NO […]!».1
Fidel orientó al pueblo iniciar la huelga general revolucionaria el día 2, y a los santiagueros les explicó que la ciudad estaba sitiada y les pidió apoyo. Sabía que la batalla de Santiago sería muy dura; pero también que el Ejército Rebelde vencería. Raúl entró al Moncada, conversó con los oficiales y soldados, y los convocó a un intercambio con el jefe guerrillero en el Escandel, donde los militares tomaron el acuerdo de desaprobar el golpe amañadodesde Columbia y colaborar con la Revolución triunfante. Gracias a ello, no fue necesario combatir por Santiago y se ahorró mucha sangre.
Esa noche, en el Parque Céspedes, frente al Ayuntamiento santiaguero, se produjo el primer acto público de la Revolución. Fidel exhortó al pueblo a defender lo conquistado.
Poco después, se dirigió hacia Bayamo y desde allí comenzó su recorrido la Caravana de la Libertad, que no fue una marcha triunfal, sino una operación militar con el propósito de garantizar el triunfo a lo largo del país. No obstante, el avance fue lento, pues se detenían en cada poblado para confraternizar con la gente que vitoreaba a los barbudos, agradecida y emocionada. Holguín, Camagüey, Guayos, Cabaiguán, Placetas, Falcón, Santa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Manacas, Colón, Matanzas.
A Cárdenas llegó a media mañana y se dirigió a la casa de José Antonio Echeverría Bianchi: abrazó a la madre, saludó a los familiares y marchó al cementerio local para rendir homenaje al líder estudiantil y depositar flores en su tumba.
El 8 de enero, por El Cotorro, entró Fidel a La Habana. Se le iban uniendo su hijo Fidelito, Camilo, el Che y un mar de pueblo, jubiloso y agradecido. En el Palacio Presidencial recibió el saludo del presidente del Gobierno Revolucionario, Manuel Urrutia,2y habló al pueblo congregado. Desde la terraza norte del Palacio Presidencial el líder de la Revolución invitó a los capitalinos a Columbia —hoy Ciudad Escolar Libertad—, sede de la máxima jerarquía del ejército republicano, que había sido tomada por las armas del pueblo al mando de Camilo.
Por el Malecón avanzaron hasta Columbia, empujados por el remolino de gente que los saludaba. Ya el día dejaba paso a las sombras nocturnas y la luz eléctrica sustituía la del sol… Los organizadores de aquella inolvidable concentración habían soltado un grupo de blancas palomas en símbolo de paz y tres de las aves se separaron del grupo y caminaron por los bordes de la tribuna. Una de ellas se acercó a Fidel, revoloteaba, aleteaba y, al fin, se posó, alba y palpitante, sobre el hombro izquierdo del hombre y allí se mantuvo durante algunos minutos, mientras un huracán de voces coreaba el nombre del líder de la Revolución Cubana.
Fue precisamente en medio de este discurso, que Fidel pronunciaría esa frase que no olvidamos nunca los cubanos: «¿Voy bien, Camilo?»
Tras el triunfo revolucionario del 1. o de Enero y el extraordinario júbilo de cada cubano, Fidel y su pueblo emprendieron la ardua tarea de la reconstrucción del país.
Por muchos años Fidel lideró los destinos de Cuba y, con su guía, la pequeña islita caribeña halló un lugar digno en el mapa del mundo. Hoy, a 66 años de aquellos acontecimientos su pensamiento y su ejemplo continúan guiando la hermosa e inmensa obra de la Revolución.
Fuentes Consultadas
1-Fidel Castro: “Instrucciones a todos los comandantes del Ejército Rebelde y al pueblo”, en La contraofensiva estratégica, Oficina de Asuntos Históricos, La Habana, 2010, pp. 371–372.
2-Manuel Urrutia Lleó. Magistrado, juez de la causa seguida a los moncadistas, donde defendió el derecho de los cubanos a la resistencia armada. Primer presidente del Gobierno Revolucionario. En poco tiempo se convirtió en un freno a la aplicación del Programa del Moncada. Cuando el 16 de julio Fidel renunció al cargo de primer ministro por la actuación de Urrutia, una gran protesta popular respaldó al jefe rebelde y Urrutia se vio forzado a renunciar al cargo.
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