«Si a José Martí le hubieran pedido que llenara uno de esos innumerables y larguísimos formularios que todos tenemos que llenar a cada rato, y tuviera que especificar su profesión, hubiera puesto, indudablemente, periodista. Porque esa fue, en definitiva, su más constante profesión, su labor profesional, el trabajo de pan ganar. Y fue también instrumento eficaz de su lucha revolucionaria y de formación ideológica. Martí, desde que comienza a darse a conocer, es como periodista».

José Antonio Portuondo, crítico cubano

La historia del periodismo cubano cambió cuando el 14 de marzo de 1892 vio la luz el primer ejemplar del periódico Patria que, aunque nació en Nueva York, tenía un propósito muy latinoamericano:

defender los intereses independentistas y unir a los hombres dispuestos a luchar por la emancipación de los pueblos de Cuba y Puerto Rico.

El primer número de Patria fue costeado por obreros tabaqueros y expone, como nota principal, las bases del Partido Revolucionario Cubano (PRC). José Martí, su fundador, no figura en él como director ni como redactor, sin embargo, en la página frontal se publicó un artículo llamado Nuestras Ideas, que, como escribió Jorge Mañach en su notable biografía del Apóstol «no necesitaba firma» para reconocer la autoría de su pluma. En ese texto está expresado el ideario esencial de la Revolución y de la guerra necesaria como su instrumento o consecuencia.

Este artículo es un texto aglutinador e inclusivo, un texto emblemático del pensamiento martiano y con él abre su autor el camino al periódico, o quizá sería mejor decir, al periódico de la Revolución.

Todo lo conceptual en el orden humanístico y republicano fue recogido en esa edición. Su sentido de ala y raíz, su visión de integración racial, su concepto de justicia y democracia, el amor y la tan defendida solidaridad con Puerto Rico.

El hecho de no relacionar al medio directamente con el PRC, muestra la mesurada decisión de no dejar a la deriva a otros periódicos que también abogaban por la libertad, y evitar una acusación de las autoridades coloniales al gobierno de los Estados Unidos sobre la violación de la ley de neutralidad norteamericana.

El largo camino de asociación entre Martí y la imprenta tuvo en Patria la consumación. En la publicación independentista se materializó una labor de equipo con editores, redactores, linotipistas, marcadores, escritores y empaquetadores.

El Apóstol fue el líder natural de aquel colectivo y el traductor de saberes con su afilada prosa. Él había hecho del periodismo uno de los centros de su vida literaria, política y cultural; no en vano Pedro Henríquez Ureña, estudioso del tema, acotó: «Su obra es periodismo, pero periodismo elevado a un nivel artístico como jamás se había visto en español, ni probablemente en ningún otro idioma».