La otra cara de la victoria (2)

23 de Abril de 2025
 

     Playa Girón .Foto: Cubadebate

 

  

Una serie de imprecisiones mezcladas con ideas fantasiosas, llevaron a la derrota de una invasión larga y minuciosamente diseñada por el Imperialismo y el exilio anticubano de la Florida.

 

Aproximación a las principales causas de la derrota.

 

Mucho se ha escrito sobre la derrota de la invasión mercenaria a Playa Girón en abril de 1961.Verde Olivo señalará algunos de los errores —la mayoría subjetivos— que se cometieron por parte de los invasores y sus promotores.

 

 Pensar que iba a suceder en Cuba algo similar a lo ocurrido con el derrocamiento fácil de la revolución nacionalista de Jacobo Árbenz, y daban por adelantado un supuesto masivo espaldarazo de la población cubana a los invasores.

 

En algunos puntos, las amenazas contra la revolución nacionalista antimperialista encabezada por Jacobo Árbenz se asemejaban a las de la Revolución Cubana, entre ellos, Guatemala estaba bloqueada y acosada sistemáticamente por el Imperio del norte, además aislada a nivel continental a instancias de Washington.

 

En el contexto relacionado con la liquidación del proceso revolucionario guatemalteco estábamos muy distantes,por ejemplo, en la nación centroamericana el Ejército traicionó al pueblo. En Cuba, el Ejército Rebelde era parte indivisible del pueblo y junto a él batalló contra el invasor.

 

En Guatemala, los sectores sociales implicados en las reformas de Árbenz cortaron los vínculos con su presidente al conocer de la invasión armada al país; también hubo vacilación al movilizar a las masas. En la Isla, al contrario, los diferentes estratos de la población, al recibir la comunicación sin titubeos del principal líder de la revolución Fidel Castro, de una inminente intervención armada mercenaria, se movilizaron de inmediato y fueron milicianos (gente de pueblo) quienes primero se enfrentaron estoicamente al enemigo en Playa Larga. Obreros, campesinos, hombres, mujeres, estudiantes, profesores, amas de casa, todos fueron uno para rechazar a los apátridas.

 

El 10 de marzo de 1961, Sherman Kent, director de la Junta de Estimaciones Nacionales de la CIA, había enviado un memorando secreto al director de ese organismo de inteligencia, Allan Dulles, con el título «¿Es tiempo para nosotros en Cuba?», en el que señalaba que «Castro parece hacerse fuerte cada día, en vez de debilitarse». Kent alertaba también contra la suposición de que hubiese resistencia interior efectiva(*). En la Agencia Central de ¿Inteligencia? estadounidense hicieron caso omiso de la advertencia del alto oficial de ese organismo.

 

Factor sorpresa fallido.La Fuerza Aérea de la Brigada 2506, designada para dar un primer golpe sorpresivo que desarticulara la defensa nacional previo a la invasión, era superior a la del pueblo cubano y su ejército. Aquella tenía 61 pilotos, 17 aviones de combate y 14 de transporte, contra 12 pilotos y 13 naves operables los nuestros.

 

Para acentuar el factor sorpresa, los aviones que ametrallaron los aeropuertos y la población estaban pintados como los de las Fuerzas Aéreas Revolucionarias. Debido a ello, al principio de los bombardeos la respuesta de las baterías antiaéreas no fue nutrido.

 

El desconcierto no duró mucho. Casi de inmediato, una nube de balas salidas de las llamadas «4 bocas», operadas por muchachos con poca experiencia pero con muchas ganas de rechazar al agresor, hicieron mella en las aeronaves enemigas. Cada aeropuerto tenía al menos una batería de esas ametralladoras antiaéreas múltiples. Las emplazadas en Ciudad Libertad hicieron impacto en un avión que se alejó echando humo por un motor; al llegar a la costa explotó y cayó al mar. Otro, tuvo que realizar un aterrizaje forzoso en Cayo Hueso, Florida.

 

Una de las aeronaves que atacó el aeropuerto de San Antonio de los Baños, tuvo que aterrizar de manera violenta en la isla Gran Caimán, pues había sido alcanzada por los disparos de los defensores de la terminal aérea.

 

De otra parte, por previsiones del Comandante en Jefe Fidel Castro, los aviones de combate habían sido camuflados y dispersados, por lo que los bombardeos fueron poco efectivos. Y con las pocas aeronaves que tenían las Fuerzas Armadas Revolucionarias hicieron frente oportuno al agresor y le hundieron o averiaron varias embarcaciones en Playa Girón, incluyendo al Río Escondido y al Houston.

 

En síntesis, la fuerza aérea enemiga ni cumplió con la misión de aniquilar la nuestra, ni pudo hacer valer el factor sorpresa.

 

3.Situar toda la confianza del éxito de la operación en el apoyo estadounidense. Todo lo que debía hacer la Brigada 2506 era ocupar una cabeza de playa, sostenerla por un breve tiempo hasta que llegaran los miembros de un «Gobierno Provisional» facturado en Miami, y este pedir una intervención directa de los Estados Unidos. Parecía que todo era «coser y cantar» puesto que —fantaseaban— «los americanos están con nosotros y los americanos no pueden perder».

 

La flotilla de mercenarios que debían desembarcar en las arenas de Playa Girón, fue escoltada,durante su travesía,por los portaaviones Essex y Shangri-La, el portahelicópteros Boxery un buque de desembarco entre otros tipos de apoyo. Parecía que el éxito estaba asegurado.

 

La ilusión de que toda la operación estaba garantizada se desvaneció más rápido de lo esperado cuando la aviación revolucionaria —aquella que debió ser aniquilada desde un principio —para sorpresa de los mercenarios, arremetió con efectividad contra los buques de apoyo al desembarco. Al ver el «apoyo» bajo agua, las restantes embarcaciones dieron una vuelta de 180 grados, pusieron los motores al máximo y jamás se les volvió a ver.

 

En Washington la aventura comenzó a dar dolores de cabeza. El factor sorpresa había sido conjurado; el «empuje invasor» había sido detenido; el pueblo cubano no se había sumado a las huestes agresoras, todo lo contrario, se había unido aún más en torno a los líderes de la Revolución y tomado las armas para defender su Patria, y las bandas contrarrevolucionarias del interior de la Isla estaban prácticamente desactivadas. Por su parte, la diplomacia internacional y la cubana pidieron cuentas a Washington de aquella locura en contra de la Carta de la ONU y las normas de convivencia pacífica.

 

¿Cuál era la mejor solución para la Casa Blanca? La que tomó: lavarse las manos como Poncio Pilatos o, como decimos los cubanos «hacerse el sueco». El entonces presidente John F. Kennedy ordenó la cancelación del golpe aéreo programado para el día 18 de abril y negó ante el mundo la participación de su país en la agresión. Dicen que la victoria tiene muchos padres, y la derrota es huérfana. En este caso, la invasión mercenaria de hija pródiga pasó a la orfandad en 24 horas.

 

Apoyo interno de las bandas contrarrevolucionarias. Sobre este punto, no hay mucho que decir: los grupos armados en el interior de la Isla eran hostigados sin descanso por los milicianos hasta su desaparición, y los lanzamientos de municiones, armas y abastecimientos varios desde el aire, eran capturados con facilidad por el Ejército Rebelde y las milicias, mientras que los terroristas urbanos eran mantenidos a raya gracias al esfuerzo combinado de la Seguridad del Estado y el pueblo. En fin, lo que podían hacer estos grupúsculos aislados y desarticulados, era nulo. Otro balón que nunca entró en portería.

 

Notas: (*) Rodríguez, Juan Carlos. Girón: la batalla inevitable. La Habana, Ed. Capitán San Luis, 2012, pág. 12.

 

Fuentes consultadas

 

Historia de América Latina. La Habana, Editora ENSPES, 1982, págs. 137-138.

Colectivo de Autores. Historia de América Latina y el Caribe. La Habana, Ed. Félix Varela. 2004, Cuaderno IV, págs. 195-196.

Rodríguez, Juan Carlos. Girón: la batalla inevitable. La Habana, Ed. Capitán San Luis, 2012.

LussonBattle, Antonio Enrique y Gárciga Blanco, José Ángel. Manos tras la cabeza. La Habana, Casa Editorial Verde Olivo, 2016.

Jiménez Gómez, Rubén G. En octubre del 62. La Habana, Casa Editorial Verde Olivo, 2011.

Toledo Sande, Luis. Playa Girón, victoria de los pueblos. La Habana, Ed. Pablo de la Torriente, 2011.

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