Octubre de gloria

03 de Octubre de 2024

El 10 de Octubre en el ingenio Demajagua. Imagen: Roberto Alfonso

Se cumplen 156 años del inicio de nuestras gestas libertarias. Aquel 10 de Octubre en el que nacimos como nación y todos los hechos de heroísmo que le dieron continuidad vivirán por siempre en la memoria de todos los cubanos, porque, como afirmó el argentino Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz (1980), “La memoria no es para quedarnos en el pasado; la memoria es para iluminar el presente. Los pueblos que no tienen memoria son pueblos que fracasan, son pueblos que terminan dominados”. Cuba nunca será dominada; agradecidos, los cubanos de hoy bebemos cotidianamente el ejemplo de nuestros fundadores.

 

El alzamiento de la Demajagua (10 de octubre de 1868)

 

A mediados de 1868, todos concordaban en cuanto a la necesidad de levantarse en armas y solo se trataba de determinar el momento más oportuno. Muchos eran partidarios de aguardar hasta que, vendida la zafra, se dispusiera del dinero suficiente para adquirir armas; otros defendían la idea de hacerlo de inmediato.

 

Se sucedieron diferentes reuniones de los conspiradores hasta que en el ingenio El Rosario, se fijó el 14 de octubre como fecha del alzamiento; pero el 8, llegó a Manzanillo un telegrama del gobernador de la Isla, teniente general Francisco Lersundi Ormaechea, en el que se ordenaba detener a los conspiradores. Por fortuna, el telegrafista, sobrino de Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, se apresuró a avisar, antes de enviar el mensaje a las autoridades, lo cual precipitó los acontecimientos: el 10 de octubre de 1868, a media mañana, Céspedes lanzó el grito de independencia en el batey de su ingenio Demajagua y se convirtió en el jefe de la revolución que recién comenzaba. Según Fidel, “lo que engrandece a Céspedes, no es solo la decisión adoptada [...] de levantarse en armas, sino el [...] concederles la libertad a sus esclavos [...]”.

 

La acción del bayamés arrastró tras de sí a los demás comprometidos y, en los días siguientes, Manzanillo, Jiguaní, Holguín y Las Tunas se convirtieron en un hervidero revolucionario. Estallaba así la primera de nuestras guerras por la independencia.

 

El ataque a Yara (12 de octubre de 1868)

 

Céspedes, para dar a conocer la existencia de la insurrección y proveerse de armas, decidió realizar la primera acción militar: el ataque a Yara. Emprendieron la marcha de madrugada y cerca del mediodía, Céspedes organizó las fuerzas y nombró los jefes. Un centenar de hombres con solo 36 armas de fuego continuó la marcha. Se enviaron exploradores y se notificó al jefe de la plaza, la intención de pernoctar en el poblado, a lo que este respondió que se sometería sin condiciones.

 

Reanudaron la marcha hacia Yara bajo una lluvia que inutilizó los cartuchos que llevaban. Al frente iban los escopeteros; inmediatamente detrás, Céspedes, Bartolomé Masó Márquez y algunos otros, seguidos por los que carecían de armas, y cerraban la columna los macheteros.

 

Mientras, desde Manzanillo enviaron refuerzos, que se emboscaron en la iglesia y los portales de las casas que daban a la plaza pública. Cuando los cubanos penetraron de noche en la villa, confiados y al grito de ¡Viva Cuba Libre!, fueron sorprendidos por una nutrida descarga de fusilería que los dispersó. Solo se mantuvieron firmes junto a Céspedes, el abanderado Ángel Maestre y otros diez. Fue a raíz de esa derrota que el Padre de la Patria exclamó: “Aún quedamos doce hombres. ¡Bastan para hacer la independencia de Cuba!”, respuesta que denota la decisión de lucha de nuestro pueblo.

 

La toma de Bayamo (18-20 de octubre de 1868)

 

Carlos Manuel de Céspedes, con más de un millar de hombres, se había presentado frente a la ciudad de Bayamo e iniciado el ataque a las 9:00 de la mañana del 18 de octubre de 1868. El jefe militar de la plaza, el general Udaeta, se había preparado para la defensa; pero sus planes fallaron, entre otras causas, porque un gran número de milicianos y bomberos de color saltaron las barricadas y se sumaron a las fuerzas de la Revolución. Sin embargo, la tenaz resistencia española obligó a los cubanos a luchar hasta el día 20, cuando el gobernador capituló con todos los jefes, oficiales y soldados de la guarnición.

 

La rendición de tan importante ciudad proporcionó armas, municiones y víveres a las fuerzas insurrectas que integraban el naciente Ejército Libertador y propició la incorporación de nuevos combatientes a la lucha; pero además le brindó prestigio a la Revolución y convirtió a Bayamo en la sede del gobierno y capital de la República en Armas.

 

Quizás sea octubre el mes en que se concentra un mayor número de trascendentes efemérides en Cuba; pero aquí van, en rápida pincelada, tres de las esenciales. 

 

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