MUJER CON CORAZÓN MAMBÍ
A SALVAR AL GENERAL O MORIR CON ÉL
Era agosto del año 1877. El calor en la manigua era insoportable tanto para las tropas españolas como para la mambisa. De pronto, chocaron ambas fuerzas en el lugar conocido como Mangos de Mejías, el calor se intensificó. El tiroteo era muy nutrido.
Tanto, que el general Antonio Maceo fue gravemente herido y perseguido después por fuertes columnas españolas.
La baja temporal del Titán de Bronce junto con las persecuciones, crearon desconcierto en los mambises; pero allí estaba María Cabrales, la bravía esposa de Antonio, quien alzó su voz enérgica al jefe del regimiento Santiago, José María Rodríguez, y le ordenó:
«A salvar al General o morir junto a él».
DE LAS PRIMERAS ENFERMERAS INDEPENDENTISTAS
María Cabrales nació en la finca San Agustín, situada en la jurisdicción de Jutinicú, San Luis, Santiago de Cuba, el 22 de julio de 1847. Sus padres tenían una posición económica holgada, lo que les permitió relacionarse con gente prominente en Santiago de Cuba. Era letrada, lo cual era importante y relativamente poco común en una mujer mestiza de su tiempo.
En la finca San Agustín, los Cabrales tenían como vecinos al matrimonio de Marcos Maceo y Mariana Grajales, propietarios de varias caballerías de tierra. Esta cercanía y las ideas independentistas permitió que ambas familias estrecharan relaciones, las cuales se fortalecieron con el matrimonio de Antonio Maceo y María Cabrales el 16 de febrero de 1866.
Dos años después estalló en Cuba la primera guerra de independencia. Ante tal acontecimiento que estremeció a toda la Isla, María no quedó al margen. Se conoce que, como muchas mujeres, marchó a la manigua y allí laboró como enfermera en los hospitales de sangre.
Junto a su suegra, Mariana Grajales, visitaba los campamentos mambises para curar heridos después de los combates, o llevarles alimentos y ropa. María y Mariana fueron las primeras enfermeras de la guerra: prestaban auxilio al terminarse los combates.
PATRIOTA HASTA EL ÚLTIMO ALIENTO
Cuando la llamada Paz del Zanjón se hizo realidad, María marchó hacia el exilio con el resto de la familia para permanecer varios años en diferentes países del Caribe: Jamaica, Honduras, Panamá; hasta establecerse en Costa Rica. En el verano de 1890 tuvo una breve estancia en Cuba, hasta que fue expulsada junto a su esposo Antonio.
En el exilio, María estuvo al tanto de los preparativos de la guerra y apoyó los diversos movimientos independentistas que se generaron en la emigración. Conoció a José Martí, el 12 de octubre de 1893, en Kingston, Jamaica. De este encuentro surgió una gran amistad y la fundación del Club Patriótico «José Martí».
El 18 de julio de 1894 en Costa Rica, luego de un nuevo encuentro con el Delegado, fundó otro club, esta vez con el nombre «Hermanas de María Maceo».
Compartió con su esposo las tentativas rebeldes, las persecuciones, la guerra, los montes y el destierro. Vivió la gesta heroica de 1868, la intentona revolucionaria de la Guerra Chiquita y también la etapa de 1895.
La caída en combate de Antonio Maceo el 7 de diciembre de 1896 no la amilanó, continuó la lucha en sus tareas revolucionarias. En septiembre de 1897 regresó a Costa Rica para sostenerse económicamente, allí ingresó en el club femenino «Cubanas y Nicoyanas», del cual fue electa tesorera.
Tras el fin de la guerra regresó a la nación, el 13 de mayo de 1899. Aquí se vinculó con diversas tareas patrióticas y humanitarias como la dirección del Asilo de Huérfanos de la Patria.
El 28 de julio de 1905, se cerró su círculo de vida y falleció en la finca San Agustín, lugar donde había nacido. Sus restos fueron trasladados a Santiago de Cuba donde el pueblo le rindió honores. María descansa hoy en el Cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.
Fuentes consultadas
Aguilera Vega, C. Abel. Una mujer con historia propia. Cubadebate, 20/3/2023 ( tomado de Torres Elers, Damaris A. Una mujer con historia propia. Universidad de Oriente ).
Nydia Sarabia. María Cabrales. Editorial Gente Nueva, 1976.
ECURED
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