La libertad como brisa en el rostro de Fidel

13 de Mayo de 2025

Fidel y Raúl junto a sus compañeros moncadistas a la salida del Presidio Modelo de la Isla de Pinos el 15 de mayo de 1955. Foto:Archivo Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado/ Fidel Soldado de las Ideas.

 

   

Bajaron las escaleras de la entrada del presidio con la certeza de que empezaba una etapa determinante en la lucha. Durante 22 meses, desde octubre de 1953 hasta aquel 15 de mayo de 1955, Fidel Castro y muchos de los asaltantes al cuartel Moncada habían permanecido tras las rejas en Isla de Pinos, pero gracias al enérgico empuje del pueblo, ese mediodía respiraron al fin los aires de la libertad.

 

El líder y su hermano Raúl avanzaban con los brazos alzados, en señal de saludo a varios familiares y amigos que esperaban a las puertas de la cárcel. Abrazos, cariño, la tan ansiada cercanía tras la tempestad. Antes de la partida definitiva del sitio de aislamientos y penitencias, Fidel estrechó cordialmente al teniente Róger Pérez Díaz, «un militar pundonoroso a quien después agredieron de palabra, sometieron a persecuciones y represalias y finalmente detuvieron y dieron de baja del cuerpo de las fuerzas armadas»;1 allí mismo ofreció declaraciones a la prensa.

 

Tras alejarse del presidio visitó la casa de Jesús Montané Oropesa, quien lo acompañó en el ataque al cuartel santiaguero y sufrió también las penurias de la prisión. Allí, como Fidel no olvida la generosidad de quienes le extienden la mano en momentos difíciles, mandó a buscar a Conrado Sellés, un hombre decente que custodiaba su celda, y le obsequió el radio por el cual escuchaba las noticias.  

 

Luego de un rato salió caminando hasta un viejo hotel en la principal calle de Nueva Gerona. En el recorrido todo debió parecerle extraordinario: los árboles, los autos que pasaban por su lado, le gente que andaba aprisa por las avenidas, pues cuando se ha estado tanto tiempo prisionero, los detalles más triviales de la vida pasan a ser maravillas que impresionan. 

 

Allí ofreció una conferencia de prensa y dio a conocer el contenido de un «Manifiesto al pueblo de Cuba», firmado por todos los combatientes y el cual sería publicado al día siguiente en el periódico La Calle.

 

«Nuestra libertad no será de fiesta o descanso, sino de lucha y deber, de batallar sin tregua desde el primer día, de que hacer ardoroso por una patria sin despotismo, ni miseria, cuyo mejor destino nada ni nadie podrá cambiar».2 Estaba decidido a los combates, los sacrificios, y también a la victoria.

 

La noche de ese histórico domingo lo sorprendió en el muelle del río Las Casas, donde embarcó en el barco El Pinero con destino al puerto de Batabanó. Después, en tren hizo el trayecto hasta la estación de ferrocarril en La Habana Vieja, donde una multitud desbordaba salones y andenes a su espera.

 

Estaban allí compañeros de lucha, ortodoxos, dirigentes de la FEU, las valientes del Frente Cívico de Mujeres Martianas, todos contagiados por una alegría que vaticinaba lucha. La revista Bohemia publicaría en su sección En Cuba: A Fidel lo sacaron por una ventanilla y lo pasearon en hombros. Un grupo de madres de mártires del Moncada desplegaron una bandera cubana y rompieron a cantar el himno nacional. 

 

Cientos de voces las acompañaron (…).

 

Minutos de abrazos, saludos, estrechones de manos y también silencios. Entre tanta algarabía estaba Joaquina Cuadrado, la madre de Abel Santamaría, segundo jefe del Movimiento, torturado y asesinado, y otras de jóvenes que también ofrendaron lo mejor que tenían: su futuro. Fidel, a sus 28 años, se sentía comprometido con esos que habían ofrendado su valiosa vida y con los dignos que los honrarían. 

 

Atrás quedaban los muros y los silencios del reclusorio. Comenzarían entonces días de persecución, de dura batalla política, de amenazas hasta de muerte, de muchos ojos sobre el joven líder revolucionario vencedor del presidio y dispuesto a hacer una nación justa. 

 

Ese sería su destino, dar todo de sí para que en Cuba soplaran las brisas de la libertad.

 

Referencias

 

1 Katiuska Blanco Castiñeira: Fidel Castro Ruz. Guerrillero del Tiempo. Conversaciones con el líder histórico de la Revolución Cubana, t.Il, Editorial Abril, La Habana, 2011, p. 332.

2 Fragmento del «Manifiesto al Pueblo de Cuba», del 15 de mayo de 1955. Publicado en Fidel soldado de las ideas. Consultado el 13 de mayo de 2025.

 

  • Fidel, al centro, saluda a compañeros y amigos que aguardaban por los moncadistas en el muelle de Batabanó en su regreso de Isla de Pinos a bordo de El Pinero. Foto:Archivo Fidel Soldado de las Ideas.

  • El 16 de mayo de 1955, a su arribo a la terminal de trenes de La Habana, el pueblo da una cálida bienvenida a Fidel y los moncadistas. Foto:Archivo Fidel Soldado de las Ideas.

  • Fidel en brazos de su pueblo. Foto:Archivo Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado/ Fidel Soldado de las Ideas.

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