El primer maestro negro cubano: Antonio Medina Céspedes

17 de Abril de 2025

Antonio Medina Céspedes. Foto: Ecured

 

  

En el seno de una humilde familia radicada en el no. 34 de la calle Jesús María, en pleno corazón de La Habana Vieja, llegó al mundo, el 13 de junio de 1824, un niño que, con el decurso del tiempo, se convertiría en el primer maestro negro de Cuba y uno de los precursores de la pedagogía cubana: Antonio Medina Céspedes.

 

En una infancia marcada por la pobreza y la discriminación, a los cinco años quedó huérfano de padre.Dos años después, comenzó a asistir a una escuela, a la que, por «gracia especial» del régimen colonial, podían asistir los niños negros. Después, ingresó en el colegio de la Orden de los Padres Belemitas, en el convento de Belén. Con 12 años, comenzó a aprender el oficio de sastre. 

 

En el desempeño de esa labor, conoció e hizo amistad con los poetas negros Juan Francisco Manzano y Gabriel de la Concepción Valdés, Plácido, quienes influirían en su interés por la poesía.

 

Dos años más tarde, comenzó a trabajar como tramoyista en el fastuoso teatro Tacón —hoy, Gran Teatro de La Habana—, a la vez que asistía, con interés y tesón, a una academia nocturna. Con esas armas, al perder a su madre, transido de dolor, escribió su primer poema, y se convirtió, con solo 18 años, en editor y redactor del primer periódico dirigido por un negro en Cuba: El Faro(1842). Al año siguiente, publicó un libro de versos, que llegó a ser muy popular en la sociedad habanera de la época. 

 

Como ensayista y dramaturgo, colaboró en prestigiosas publicaciones; su obra dramática, escrita básicamente en versos, se estrenó en importantes teatros de la época y una de ellas, le haría merecedor la Corona de Laurel.

 

En 1850, aprobó el examen que lo hizomaestro de instrucción elemental y, poco después, abrió el colegio Nuestra Señora de los Desamparados, en Empedrado no. 35, el cual contó con una matrícula mayoritariamente negra, aunque acogía por igual a criollos y españoles humildes.

 

Junto a su labor pedagógica, desempeñó varias funciones y ocupó distintos cargos dentro del sistema de administración colonial: fue perito en las causas de la Audiencia de La Habana, miembro de la Sociedad Abolicionista de Madrid y socio de número y vocal del Ateneo habanero.

 

Murió el 17 de abril de 1885. Enriqueció la enseñanza con los principios y tradiciones educativas desplegadas por los iniciadores de la pedagogía cubana. Se le conoce como el «don Pepe de la Luz de la raza negra» —en alusión al insigne pedagogo José de la Luz y Caballero—. Fue maestro de prestigiosos criollos, como los brillantes concertistas negros Claudio Brindis de Salas Garrido y José White Lafitte, quienes con su arte deslumbraron al mundo, y el patriota y destacado periodista Juan Gualberto Gómez Ferrer. 

 

Son apenas una muestra, tanto los discípulos como su maestro, del aporte de la llamada «gente de color» a la cultura cubana.

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