El marabuzal se erguía dentro de la finca La Rosalía. Ubicado a solo 10 kilómetros de la ciudad de Manzanillo, a la orilla de la carretera que conduce a Yara. El cerro se divisaba a menos de 500 metros de la cárcel del pueblo, por lo que le sería muy difícil suponer al enemigo más perspicaz, que allí acamparía por más de 15 días, una resistencia rebelde.

Se había pensado en otras variantes para reunir al personal del refuerzo, desechadas por distintas razones hasta que el ingenio de Celia Sánchez presentó una mejor propuesta. 

Esta idea surgió en la histórica reunión del 16 y 17 de febrero de 1957 en la finca de Epifanio Díaz.

Rememoró Haydée Santamaría: «Frank estaba limpiando un arma y me dijo: “Yeyé hay que ver como se saca a Fidel de aquí, se tiene que ir para un país de América Latina y reorganizar el Movimiento. Yo no he hablado todavía con él, pero vamos a ver cómo le decimos eso. Pueden matarlo y no podemos permitirnos ese lujo”.

»Cuando llegamos a hablar con Fidel, nos miramos para ver cómo se lo decíamos y en eso Fidel nos dice: “¡Mira cómo están los guardias allá abajo tirando tiros y no se atreven a subir aquí! Si me traen ustedes tantas balas y tantos fusiles yo les prometo que dentro de dos meses entro en combate de verdad”. Ni Frank ni yo pudimos decir ni medio, porque lo decía con una total convicción». ¹

Y acotó Celia Sánchez: «Frank se fue convencido de todo, pues ya veía aquello igual que Fidel. Cuando se realizó esa reunión, habían unos 18 hombres en la Sierra nada más». ²

Los arquitectos de esta operación serían Frank País, Celia Sánchez y Felipe Guerra Matos, apoyados por un grupo de luchadores clandestinos y de los participantes en el levantamiento armado del 30 de noviembre en Santiago de Cuba.

El 26 de febrero, procedentes de Santiago de Cuba llegaron los dos primeros hombres del contingente: Jorge Sotús, jefe del mismo y traidor al triunfo de la Revolución y Alberto Vázquez García. Se alojaron en la casa de Guerra Matos en Manzanillo y desde aquí este los trasladó para el marabuzal.

Los futuros rebeldes seguirían la misma trayectoria, conducidos hasta la ciudad por Vilma Espín, Asela de los Santos, Felipe Rosell y otros combatientes.

Guerra Matos también trasladó para el campamento a los tres jóvenes norteamericanos, que querían unirse a Fidel: Charles Ryan, Mickey Garvey y Víctor Buehlman. En este sitio reinó el estricto orden y la disciplina; se hacían guardias, entrenamiento de arme y desarme, ejercicios físicos...

La columna de refuerzo estaba integrada por unos 50 hombres al mando de Jorge Sotús, organizada en 5 escuadras, equipada con 25 armas, entre ellas 2 ametralladoras, 4 fusiles de caza, 6 escopetas y 8 armas cortas.

El 15 de marzo en horas de la noche se produjo la partida del contingente en 2 camiones. La marcha sería una verdadera odisea en medio de fuertes aguaceros e intensos fangales, que obligó a abandonar el transporte en la finca de Luis Lao en la Sierra Maestra.

El refuerzo continuó la marcha hasta la finca de Epifanio Díaz, donde los esperaba Ernesto Guevara, comisionado por Fidel para conducirlos a su encuentro. 

En la noche del 24 de marzo, en la majestuosa montaña conocida como la Derecha de Caracas, se produjo el histórico encuentro de la bisoña tropa con Fidel, en medio de desbordante alegría.

Frank había cumplido su compromiso, las fuerzas rebeldes crecieron y se fortalecieron ostensiblemente, se creaba así la primera columna del Ejército Rebelde.

Referencias:  

¹El Marabuzal, José Antonio Fulgueiras. Editora Política, La Habana, 2009, pp. 16 y 17.

² Ibídem.