El coraje de los tripulantes del buque mercante cubano Hermann

25 de Enero de 2025

Guardacostas Coast Guard 1320, Chincoteague, armado con 1 cañón 20 mm, 2 lanzagranadas MK-19 de 40 mm; 2 ametralladoras de 12,7 mm. Foto: Granma.

El 30 de enero de 1990, el buque mercante cubano Hermann fue ametrallado por un guardacostas yanqui con el pretexto de que transportaban droga. Los marinos resistieron y no se detuvieron ante la provocación.  

 

La tripulación del Hermann estaba muy lejos de imaginar, cuando zarparon de Moa el 25 de enero de 1990, lo que sucedería cinco días después. Durante ese tiempo realizaron una travesía normal y no existían indicios de que algo negativo e increíble estaba por ocurrir. Como es usual en este tipo de embarcaciones, tenía una bandera panameña, pero la tripulación y la carga eran cubanas.

 

El 30 de enero, muy próximo a su destino en México, el capitán Diego Sánchez Serrano fue informado de que eran seguidos por el guardacostas estadounidense Chincoteague (WPB-1320). Aunque no llevaba nada ilícito en las bodegas la proximidad no era un buen augurio.

 

Desde el guardacostas comenzaron a lanzar agua a presión y exigían la detención inmediata del buque mercante. La orden del capitán fue firme, continuarían su rumbo, la que muchas horas después fue ratificada desde Cuba. Sin embargo, lo peor estaba por venir.

Comprobando la resolución cubana de no detenerse, desde el guardacostas se dispararon varias ráfagas de ametralladora. Después se produjo un intercambio de mensajes entre ambos jefes de embarcaciones, y el estadounidense fue enfático en que esperaba autorización para forzar la detención del buque mediante el empleo de armas de mayor calibre. Alegaron la sospecha de que transportaban droga, pero Cuba solo permitiría la inspección de las autoridades mexicanas.

 

Esta situación se prolongó durante horas. En la noche, desde el guardacostas emitían una potente luz hacia el mercante y esporádicamente abrían fuego.

 

Al día siguiente, y desde una distancia de unos 80 metros, el fuego se dirigió al departamento de máquinas, una de las bodegas, la cubierta y el puente de mando. Habían recibido la autorización de su gobierno de inutilizar el buque y forzar su detención, poniendo en riesgo la vida de los 11 valerosos tripulantes.

 

Después se supo que tal decisión fue aprobada en reunión conjunta del Departamento de Estado, del Departamento de Defensa y del Consejo Nacional de Seguridad, lo que evidenciaba que no se trataba de un hecho aislado de una embarcación militar. 

 

Y cuando parecía que la situación no podía agravarse, el guardacostas intensificó su ametrallamiento, pero ya no con el objetivo de detener el barco, sino de provocarle un daño tal, que lo hundiera. En esto influyó la proximidad a las aguas mexicanas. 

 

Finalmente, al guardacostas Chincoteague (WPB-1320)no le quedó más remedio que abandonar sus objetivos. Todo lo narrado ocurrió en agua internacionales. De inmediato, las autoridades mexicanas realizaron varias inspecciones a la nave, y el resultado fue negativo para cualquier tipo de ilícito o transporte de sustancia prohibida.

 

Desafortunadamente esta situación no fue aislada, sino que la hostilidad yanqui contra las embarcaciones cubanas o que trasladan mercancías hacia Cuba, tienen muchos antecedentes. 

 

El 1ro de febrero de 1990, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, habló en el acto de recibimiento a los tripulantes del Buque Hermann. En una de las partes del discurso dijo: 

 

«Quisieron provocar y probar cuál podía ser el estado anímico de los cubanos, porque estos cada vez que cometen un crimen por ahí, creen que los demás se asustan. Ellos no saben que el crimen multiplica la valentía de nuestro pueblo, multiplica nuestro coraje y multiplica nuestra decisión».

 

Este hecho no ha sido el único ocurrido a lo largo de estos más de sesenta años. Una de las primeras medidas implementadas por el gobierno de Estados Unidos y sus aliados, fue precisamente el hostigamiento a los buques mercantes cubanos, o que trajeran mercancías hacia y desde Cuba.

 

En 1960, cuando ese gobierno implementó tempranas medidas para afectar el comercio con Cuba, y en especial el transporte marítimo, un representante republicano realizó una propuesta para permitir a los barcos y aviones de ese país detener cualquier medio que se aproximara a Cuba. Esto dio pie a una gran cantidad de hechos, como la embestida del carguero Janet Quinn al buque tanque soviético Trud, cuando transportaba petróleo hacia Cuba.

 

Incluso, el gobierno de Kennedy hizo gestiones con países de América Latina y Europa para implementar una gran cantidad de medidas, entre las que se encontraba la prohibición de entrada a puertos de Estados Unidos a los buques de un país, si cualquier embarcación de esa nación había llevado armas y mercancías a Cuba.

 

En 1962, el Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional aprobó un paquete de medidas dirigidas a derrotar a la Revolución, incluida el sabotaje de cargas y embarcaciones cubanas o de otros países que se dirigieran a Cuba. Solo unos meses después, la goleta cubana de cabotaje Joven Amalia, que se desplazaba por aguas cubanas con una carga de alimentos fue atacada por el destructor estadounidense Harold J. Ellison.

 

Las propias aguas mexicanas habían sido ya el escenario de otro macabro plan de la contrarrevolución, con el contubernio de los servicios especiales de Estados Unidos. En 1965, una organización terrorista planeó hundir barcos cubanos y soviéticos en el puerto de Veracruz, con la participación de los conocidos Jorge Mas Canosa y Luis Posada Carriles.

 

Después del triunfo revolucionario, casi 30 embarcaciones cubanas y 60 fletadas por Cuba, han recibido algún tipo de afectación. Además de los incontables daños materiales a las naves y las cargas, suman siete el total de muertos y 18 heridos.

 

Fuentes consultadas:

  • El buque mercante Hermann. Foto: Orlando Cardona.

  • Impactos de bala en el buque mercante Hermann. Foto: Orlando Cardona.

  • Huecos en la superestructura causados por los disparos de grueso calibre Foto: Orlando Cardona.

  • Arístides Palma Palma, Capitán del puerto de Tampico, México, informó que en las tres inspecciones al buque Hermann, no se encontraron indicios de transporte de drogas. Foto: Orlando Cardona.

  • Tripulación del buque Mercante Hermann, a bordo del avión que los trajo de regreso a la Patria. Foto: Orlando Cardona.

  • El Capitán del buque Hermann, Diego Sánchez, narra a Fidel detalles de la agresión a su llegada al aeropuerto de La Habana. Foto: Pablo Pildaín.

  • Croquis que muestra la posición del buque Hermann en aguas internacionales. Foto: Granma.

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