Cuba no es, ni será terrorista IV
Imagen tomada del sitio: Presidencia y Gobierno de la República de Cuba
Ahora que el gobierno de Biden retiró el calificativo de «estado que patrocina el terrorismo», conviene recordar cómo fue el tratamiento del tema durante la administración de Donald Trump.
En el tema de defensa, hubo un regreso al discurso más agresivo y un revivir de la carrera armamentista. De hecho, la doctrina empleada resaltó que «la paz a través de la fuerza estará al centro de esa política exterior. Este principio hará posible un mundo estable, más pacífico, con menos conflictos y más terreno común».
La política hacia el país estuvo recogida en el Memorándum Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba, el que recrudecía las sanciones para limitar al máximo la entrada de divisas y lograr la asfixia económica. Sin embargo, no hizo mención al terrorismo, como tampoco la hubo en el 72 período de sesiones de Naciones Unidas, donde catalogó a Cuba como «régimen corrupto y desestabilizador».
En la estrategia de comunicación para satanizar a Cuba no se incluyó inicialmente el tema del terrorismo, el que apareció en la agenda de la administración en 2019, después de la entrada al gobierno de connotados personajes anticubanos.
Otro suceso aprovechado por la administración Trump, fue el reporte de misteriosos incidentes de alteraciones de salud en diplomáticos estadounidenses en La Habana. Al final se convirtió en la justificación perfecta para reducir al máximo el personal de ambos países en sus sedes diplomáticas.
Trump heredó un insólito proceso de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, el que rápidamente revirtió. De la misma manera que la eliminación de Cuba del acápite de estados patrocinadores del terrorismo allanó el camino de la normalización, su regreso tuvo un efecto contrario.
En mayo de 2019, el Departamento de Estado volvió a mencionar a Cuba en su Informe de los países sobre Terrorismo, pero en el acápite general de América Latina. Pese a que no estaba en la sección de Estados Patrocinadores del Terrorismo, el espacio dedicado a Cuba fue muy superior al que habitualmente ocupaba, con un regreso además a la retórica de la época de Bush.
El informe comenzó recordando la inclusión de Cuba en el período de 1982-2015, y remarcó que «mantiene una estrecha colaboración con estados designados patrocinadores del terrorismo como Irán y Corea del Norte». Después de exponer varios argumentos falsos o manipulados y tergiversados, certificaron que «Cuba no coopera plenamente con los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos para el año 2019». En su favor solo hay que agregar que al menos no se incluía al país en la sección de Estados Patrocinadores del Terrorismo, pero era el siguiente paso.
El 11 de enero de 2021, nueve días antes de la salida de la casa Blanca de Trump, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció que se designaba nuevamente a Cuba como «estado patrocinador del terrorismo», debido a que ha apoyado actos de esa naturaleza, alberga a fugitivos estadounidenses y dirigentes de grupos rebeldes colombianos, y apoya al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
Ben Rhodes, el asesor adjunto de seguridad nacional de Obama, manifestó que designar a Cuba en ese acápite es «una completa tontería».
Bibliografía
- Cubadebate (2024). Gobierno de Estados Unidos retira a Cuba de espuria lista de países patrocinadores del terrorismo. Cubadebate. Obtenido de http://www.cubadebate.cu/noticias/2025/01/14/gobierno-de-estados-unidos-...
- Rivera, O. (2024). Cuba: El enemigo que no existe. Apuntes para entender la retórica anticubana de las administraciones estadounidenses. La Habana: Editorial Política Internacional.
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