Contra todo obstáculo y olvido (II)

02 de Agosto de 2022

En el territorio liberado del Segundo Frente Oriental se crearon las condiciones para brindar soluciones a las más disímiles necesidades de los combatientes.Foto: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

El abastecimiento al Ejército Rebelde entró en una nueva fase a partir de la reunión de la Dirección Nacional del Movimiento celebrada en febrero de 1957 en la finca de Epifanio Díaz Gómez, en las estribaciones de la Maestra, coincidente con la entrevista al periodista estadounidense Herbert Mathews el 17 de febrero, de gran repercusión nacional e internacional.  En la reunión se acordó enviar al frente guerrillero un bien armado refuerzo de combatientes provenientes del movimiento clandestino.

 

En el manifiesto, el primero dirigido al pueblo de Cuba desde la Sierra, Fidel trazó las principales directrices para la lucha. En el punto 5 indicaba: “intensificación de la campaña económica para atender los gastos crecientes del Movimiento”. (Vilma hizo una copia manuscrita del documento).

 

La reunión marcó un hito en el desarrollo de la lucha armada. A partir de ese momento, la organización clandestina dirigida por Frank llevó a cabo un colosal empeño para asegurar el suministro al frente guerrillero, sin descuidar la misión de mantener un clima de insurgencia en los pueblos y ciudades. Siempre contó con la decidida participación de Vilma. Esta labor de suministro fue un modo de movilización de la población.

 

Uno de los sitios usados para el avituallamiento fue la finca El Cañón, a unos 13 kilómetros de Santiago. Inicialmente Frank depositaba las vituallas en una excavación o cueva artificial. Más tarde se abrió otro depósito subterráneo. Se fundió una placa de concreto, que tenía siete pies de alto, seis de ancho  y doce de largo, y sobre ella fue sembrado un mayal. Nadie pudo descubrir donde se guardaban armas, mochilas y enseres que Frank enviaba de refuerzo a la Sierra,  cumpliendo lo acordado con Fidel.

 

Celia Sánchez organizó un campamento en un marabuzal entre Yara y Manzanillo, donde acamparon los compañeros del primer refuerzo enviado a las montañas. Explicaba Vilma que provenían de todos los lugares donde hubo acciones el 30 de noviembre de 1956.

 

El traslado de los hombres—rememoraba Asela— lo hizo Vilma manejando desde Santiago a Manzanillo; y el del armamento en  un camión en el que viajaba Frank. Celia se ocupaba de la recepción y ocultamiento de los combatientes hasta el momento de la partida.

 

Un importante envío de armas a la Sierra Maestra fue organizado por Frank en aquellos primeros meses. Se trataba de un remanente del asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo por combatientes del Directorio Revolucionario que, luego de aquel hecho, llegara a manos del Movimiento 26 de Julio en la capital y fuera trasladado a Santiago. En la bahía santiaguera fue metido en bidones que contenían grasa gruesa y de allí transportado por la goleta Maribel hasta el frente guerrillero, que lo empleó en el combate del Uvero el 28 de mayo de aquel 1957, acción que marcó la mayoría de edad de la guerrilla, al decir del comandante Che Guevara.

 

A mediados de julio fue creada la Columna  4, destinada a operar bajo el mando del Che al este del pico Turquino. Para abastecerla Frank tomó las medidas pertinentes y decidió que todos los gastos de la Sierra se costearan con los fondos de la Dirección Nacional, liberando a Manzanillo de esta responsabilidad.

 

El cerco que se tendía  alrededor  de Frank se estrechaba cada vez más. En una carta sin fecha a Celia Sánchez apuntaba: “Salas Cañizares está tan acobardado, que no cesa de hacer registros a diestra y siniestra […] en su locura me ha hecho brincar desde el domingo hasta hoy de 4 casas; hemos estado dichosísimos, pero no sé hasta cuándo me durará”.

 

El 20 de julio le dijo a Vilma que necesitaba tiempo para elaborar materiales sobre organización, el sistema de grados militares y otras propuestas que tenía en mente. Ella recordaba al respecto: “Me planteó que me hiciera cargo de la coordinación de toda la provincia, labor que él directamente ejercía […] Posteriormente solo tuve contacto con Frank  por teléfono, una vez encargándome sacar a un compañero para obtener armas en el extranjero”.

 

El 30 de julio de 1957, el movimientorevolucionario recibió uno de los golpes más duros a lo largo de la lucha. En las calles de su natal Santiago de Cuba fue brutalmente asesinado Frank País García. A su lado cayó también ametrallado el combatiente clandestino Raúl Pujol.

 

Vilma envió a compañeras no conocidas como combatientes revolucionarias para que fueran con Rosario García Calviño, madre de Frank, a exigir la entrega del cadáver. La presión popular obligó a la tiranía a devolverlo. El sepelio fue una verdadera manifestación de duelo y de postrer tributo al joven que con solo 22 años había escrito gloriosas páginas en la historia patria.

La dirección del Movimiento designó jefe de Acción Nacional a René Ramos Latour (Daniel). La propuesta la había hecho Vilma, teniendo en cuenta los estrechos vínculos de aquel con Frank y que acababa de bajar de la Sierra después de haber trabajado con Fidel. Vilma, en su condición de Coordinadora del Movimiento 26 de Julio en Oriente, dio la orden a sus homólogos de las poblaciones más cercanas al Frente, de establecer los contactos necesarios para garantizar la continuidad del apoyo material.

 

Siguió la etapa de la creación de las Milicias Urbanas, cuya misión consistía en llevar a cabo acciones armadas en ciudades y pueblos. En estas circunstancias se intensificó el trabajo de abastecimiento, incluido el procedente del exterior.

 

Como Fidel había previsto en la concepción estratégica de la guerra, los nuevos frentes que surgieron a partir de marzo de 1958 en diversos territorios del país fueron creados por columnas rebeldes enviadas desde la Sierra Maestra. Primero a la provincia de Oriente. Después de la importante victoria en el segundo combate de Pino del Agua, el 16 de febrero de 1958, Fidel decidió enviar dos columnas, la número 6 al mando de Raúl, quien la denominó Frank País, con la misión de operar en el territorio que se extendía desde el municipio de Mayarí hasta el de Baracoa, y la número 3, bajo la dirección de Juan Almeida Bosque, en el este de la Sierra Maestra, con el nombre de Mario Muñoz. Ambos fueron ascendidos al grado de comandante.

 

Al llegar a la región, Raúl realizó un extenso recorrido de exploración. Una de las primeras medidas de organización del naciente frente fue  contactar con los grupos de alzados, algunos autorizados, otros no. La mayoría carecía de armamento de guerra y estaban provistos de escopetas, viejos fusiles y armas cortas con escaso parque. Los suministros, por lo general, eran enviados por el Movimiento desde sus lugares de origen y se limitaban a medicamentos, alimentos y ropas.

 

Durante esta primera etapa, Raúl desconcentró sus fuerzas para abarcar un mayor territorio. Luego de depurar y eliminar de la región a malhechores que se hacían pasar por revolucionarios, fusionó los pelotones de la Columna 6 con los combatientes ya alzados y autorizados, formando las compañías A, B, C , D y E. La organización de las milicias y de los grupos alzados que atendían y abastecían desde Guantánamo puso a disposición del nuevo frente el aparato del movimiento en la región.

 

En el mes de marzo, Vilma había organizado la labor del movimiento clandestino en función de comenzar la impostergable misión de abastecer a los tres frentes guerrilleros que existían en la provincia de Oriente. Las vías de suministro de Santiago al Segundo Frente fueron varias y se alternaban.

 

“Hicimos los contactos con los municipios aledaños —explicaba Vilma— , todos lo que hacían frontera con el Segundo Frente […] Ya en la cosa del suministro, recibían directamente las orientaciones de Raúl,  por dónde y cómo llevarlos, y qué tipo de abastecimiento”.

 

El 17 de abril el Frente contaba con armería, fábrica de explosivos y talabartería, entre otras instalaciones, y se había formado el Cuerpo de Auditores y el de Sanidad, además de la Fuerza Aérea Rebelde.

 

El 3 de mayo se realizó, encabezada por Fidel, la reunión de la Dirección Nacional en Mompié, Sierra Maestra. Se hizo un análisis de las causas del fracaso de la huelga del 9 de abril. Se tomaron acuerdos de capital importancia para el futuro de la lucha como poner en manos del Comandante en Jefe del Ejército Rebelde la dirección de las fuerzas que integraban los luchadores clandestinos en pueblos y ciudades. Fidel decidió que a partir de entonces el abastecimiento a los frentes de combate tomara el lugar primordial en las misiones que debía desarrollar el movimiento clandestino.

 

Siguieron los meses de combates decisivos de las armas rebeldes en el primer y segundo frentes, que rechazaron la ofensiva iniciada simultáneamente por las tropas batistianas desde finales de mayo de 1958 con el rimbombante nombre de Plan FF, que quería decir Fase Final o Fin de Fidel. Comenzó luego la consolidación de los territorios liberado, paso previo a la ofensiva final del Ejército Rebelde.

 

El comandante Raúl Castro consideró que Vilma permaneciera en el territorio del Segundo Frente y se hiciera cargo de la organización y control de los abastecimientos del movimiento clandestino al frente guerrillero. Había otra razón además de la ejecutoria de ella al frente de esa labor en la provincia: su vida corría peligro; era perseguida ferozmente por los cuerpos represivos del batistato, que habían confirmado que la dirigente clandestina Débora era Vilma Espín Guillois. El 12 de agosto ella envió una comunicación a todos sus  homólogos municipales, dándoles a conocer su permanencia en el frente guerrillero.

 

Ya en los finales de la ofensiva, el movimiento clandestino era casi  financiado por el Ejército Rebelde y el Segundo Frente Oriental Frank País estaba en condiciones de desarrollar una intensa actividad fiscal y de cobrar impuestos de guerra, en tal cuantía, que podría financiar los gastos en que incurriera tanto en el país como en el exterior.

Citamos algunos señalamientos del epílogo del libro: “Los hechos relacionados con los suministros provenientes del movimiento clandestino, pudieran agruparse con fines didácticos en dos grandes etapas, antes y después del intento de huelga general el 9 de abril de 1958, como se desprende del análisis y los acuerdos de la reunión de la Dirección Nacional en Mompié en mayo 3 de 1958”, ya citados.

 

Observamos que este trabajo aborda en su comienzo la tarea de suministro al levantamiento del 30 de noviembre de 1956 en apoyo al desembarco del Granma, y al naciente Ejército Rebelde en la Sierra  Maestra, pero en lo fundamental, como  puntualiza el epílogo, recoge la historia de esa labor en el Segundo Frente Oriental Frank País García.Sin pretender agotar el tema, sigue diciendo, es una aproximación, una modesta contribución en el impostergable empeño de reconstruir la historia de la guerra de liberación en toda su magnitud. Aún queda mucho por investigar al respecto en otros frentes, e incluso para ofrecer una visión integral de la historia de esta labor en lo que a la guerra en su conjunto se refiere. Abarcar no fue el propósito de este trabajo. El camino para la indagación está abierto, concluye el epílogo.

 

Asela de los Santos Tamayo, ya fallecida, compañera de lucha de Vilma, jefa del Departamento de Educación del Segundo Frente Oriental Frank País y coautora con Vilma y Martha Verónica de este libro, concluyó su presentación del mismo con el estremecedor recuerdo de la tenacidad y voluntad indomables de la Heroína, plasmadas en estas páginas.

“Durante el tiempo que dedicamos a la elaboración de estas páginas, tuve la vivencia del tremendo esfuerzo que hizo Vilma para culminar la obra y estuve trabajando con ella mientras le fue posible. Por ello, el libro tiene su autoría, inspiración y permanente presencia”.

 

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