26 de febrero: una carta difícil

25 de Febrero de 2022

José Martí y Antonio Maceo atesoraban experiencias, ideas y sentimientos que no siempre coincidían, surgidos de las diferentes circunstancias en que habían transcurrido sus vidas; sin embargo —y eso es lo importante—, coincidieron en lo esencial: su profundo amor a la Patria y su disposición de entregarle, incluso, sus vidas.

 

Tras el fracaso del Plan de Fernandina y el estallido de la guerra en Cuba, los principales jefes de la insurrección se hallaban fuera del país: Máximo Gómez y Martí, en Dominicana; Maceo, en Costa Rica.

 

Era tarea del Apóstol, como delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC), garantizar la expedición que los trasladaría a Cuba; sin embargo, no contaba con dinero suficiente para ello. Maceo calculaba que se necesitarían unos cinco mil pesos para organizar la marcha de su grupo y Martí solo podía ofrecerle 2000; Flor Crombet,1 quien formaba parte de la gente que viajaría con el Titán, aseguraba que podía llevarla a cabo con esa cantidad.

 

¿Qué podía hacer Martí? Por su responsabilidad al frente del PRC le correspondía tomar la decisión.El 26 de febrero escribió a Maceo una carta, que es un modelo de delicadeza y respeto; pero a la vez, de exigencia. Las primeras frases se encargan de poner las cosas en su sitio: “Al General escribo hoy, aún más que al amigo: la guerra, a que estamos obligados, ha estallado en Cuba”.2No es la carta de un amigoni de un compatriota a otro; es la carta dirigida a un oficial de alto rango por quien, aunque civil, está al frente de la organización de la contienda. Además, al precisar que la guerra ya había comenzado, ponía Martí por delante lo apremiante de la situación.

 

Luego una vez más explicó al Titán la disponibilidad real de dinero y le recordó su exigencia de una cantidad con la que no se contaba, así como el ofrecimiento de Flor Crombet de organizar la expedición con la suma existente. Para concluir, escribió el delegado: “¿Qué hacer en este conflicto? Vd. debe ir, con su alta representación,y los valientes que están con Vd. Pero Vd. me dice una vez y otra, querequiere una suma que no se tiene. Y como la ida de Vd. y de sus compañeroses indispensable, en una cáscara o en un leviatán, y Vd. ya está embarcado, en cuanto le den la cáscara,—y yo tengo de Flor Crombetla seguridad de que, con menos de la suma ofrecida, puede tentarse conéxito la salida de los pocos que de ahí pueden ir en una embarcaciónpropia, decido que Vd. y yo dejemos a Flor Crombet la responsabilidad de atender ahí a la expedición, dentro de los recursos posibles porque siél tiene modo de que Vds. puedan arrancar de ahí con la suma que hay,ni Vd. ni yo debemos privar a Cuba del servicio que él puede prestar”.3

 

No debe haberle caído muy bien a Maceo que aquel civil, al que reconocía sus méritos en la organización de la guerra y estimaba por su entrega y abnegación a la causa, pero que desconocía la guerra y no contaba con los diez años de manigua que él sí tenía, le dijera así: “decido que Vd. y yo”. Sin embargo, por encima de su orgullo como hombre y como general, estaban la disciplina y el patriotismo del general Antonio.

 

Concluyó Martí su misiva suavizando un tanto la drástica orden: “[…]Cuba está en guerra, General. Se dice esto, yya la tierra es otra. Lo es ya para Vd. y lo sé yo. Que Flor, que lo tienetodo a mano, lo arregle todo como pueda. ¿Que de Vd. pudiera venirleel menor entorpecimiento? ¿De Vd. y Cuba en guerra? No me entraráese veneno en el corazón […] Ya solo se necesita encabezar. No vamos a preguntar, sino aresponder. El ejército está allá. La dirección puede ir en una uña. Estaes la ocasión de la verdadera grandeza. De aquí vamos como le decimosa Vd. que vaya. Y yo no me tengo por más bravo que Vd., ni en el bríodel corazón, ni en la magnanimidad y prudencia del carácter. Allá arréglense,pues, y ¡hasta Oriente!”4

 

Como se sabe, cuando se reencontraron en Cuba, el 5 y 6 de mayo en La Mejorana, se evidenciaron significativas discrepancias entre estas dos grandes figuras, en particular, con respecto a la forma de gobierno. Así lo cuenta Martí en su diario: “[…]No puedo desenredarle a Maceo la conversación […] me habla,cortándome las palabras […] Lo veo herido —‘lo quiero, me dice, menosde lo que lo quería’— por su reducción a Flor en el encargo de la expedición,y gasto de sus dineros […]”.5

 

Los héroes son también seres humanos y, como tales, tienen sus flaquezas. Aunque hizo lo que se esperaba de él, Maceo estaba herido en su orgullo y probablemente, ello haya contribuido a que la reunión de La Mejorana haya transcurrido en un ambiente tan tenso; sus palabras también hirieron a Martí. No obstante, cada uno de ellos hizo lo que el momento exigía de ellos, lo que revela su extraordinaria grandeza.

 

Referencias:

 

  1. Entre Flor y Antonio Maceo habían existido desavenencias previas, que, incluso, los llevaron en 1886 a concertar un duelo, cuya ejecución había quedado pospuesta para cuando finalizara la guerra.
  2. José Martí: “Carta a Antonio Maceo”, Montecristi, 26 de febrero de 1895, en Obras completas, t. 4, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, p. 69.
  3. Ibidem, p. 70. El destaque es de la autora del artículo.
  4. Ibidem, p. 71.
  5. José Martí: Diario. De Cabo Haitiano a Dos Ríos, en ob. cit., t. 19, p. 229.

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