Fidel, guardián de los sueños de los niños
Fidel y Raúl, aquel 6 de julio de 1973 en el Comité Central del Partido, eran dos niños más entre aquellos «locos bajitos» de boinas y pañoletas de dos colores que habían llegado hasta allí de todas partes de Cuba para celebrar por primera vez junto a ellos el Día de los Niños.
La Revolución tenía 14 años y sus líderes compartían con el futuro, los alumnos que en algunos años serían los profesionales que la defenderían y harían crecer más. Los hermanos escucharon con atención las ideas de los pioneros, como los sabios atienden a quienes portan la inocencia, la alegría y la inteligencia más claras. Recordaban en las miradas pícaras y perspicaces a las suyas, tal vez a la niñez vivida en el batey de Birán, las clases en los colegios religiosos, las vacaciones entre pinares y cedros, las travesuras, los regocijos de esa edad emocionante.
Ellos no habían perdido la chispa maravillosa de la curiosidad infantil, esa lumbre caprichosa en la mirada que se inicia al dialogar con los pequeños, la conversación fluyó entre risas, consejos y complicidades que se adivinan hoy en las imágenes conservadas de esas horas.
Al año siguiente, el mismo día volvió Fidel al encuentro con los hijos más chicos de la Patria. Esta vez la cita fue en el campamento de pioneros del Parque Lenin, y él, con su capacidad especial para trasmitir sus pensamientos, luego de un intenso debate, acordó con todos cuál sería el momento más adecuado para celebrar el Día de los Niños, ya que la fecha del 6 de julio no era conveniente, pues, como explicaba Fidel, podía coincidir con el fin del curso escolar y los exámenes.
«Luego tenemos dos problemas, dos: uno, los exámenes, que son los primeros días de julio; y otro, los días de la semana, que no cae domingo el Día de los Niños. ¿No sería mejor que nosotros buscáramos otra fecha? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") Pero, ¿cuál fecha? (RESPONDEN A CORO: ¡El 26 de Julio!).
»Bueno, me alegra mucho que ustedes digan el 26 de Julio, pero el 26 de Julio hay tremendas movilizaciones, actos de masa, y entonces no resulta un buen día. Debiéramos buscar un día que se acerque al 26 de Julio. Pero vamos a buscar una fórmula, a ver (EXCLAMACIONES DE: ¡El 25!). Pero, si el 25 nos cae un miércoles, estamos "fritos". Solución, a ver. Tiene que ser un domingo, ¿eh? (EXCLAMACIONES DE: ¡El segundo domingo!).
»¡Ah! Algunos me proponen una cosa muy inteligente, dicen que el segundo domingo (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!"). Pero estoy pensando ahora lo siguiente, estoy pensando lo siguiente, porque siempre hay un problema. Si el primer domingo nos cae el día primero y el segundo domingo nos cae un día 8, y se nos acaban las clases un día 6, tenemos el mismo problema que ahora (EXCLAMACIONES DE: ¡El tercero!) ¿Cuál solución podría ser mejor? (EXCLAMACIONES DE: ¡El tercero!) ¡Ah!, ¿qué me están diciendo por ahí? Una cosa muy inteligente (EXCLAMACIONES DE: ¡El tercero!).
»iAh!, ¿el tercer domingo? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") Vamos a ver: el día que el primero nos caiga domingo, y el día 8 domingo, entonces el tercero nos cae un 15. Sería buena cosa. Y si no nos cae un 15, vamos a suponer que el primero nos caiga un 7, el segundo nos cae un 14, y el tercero, ¿cuándo nos cae? (EXCLAMACIONES DE: ¡El 21!) ¿Un 21? Pues, no hay problema. ¡Esa sí que es una buena solución! (APLAUSOS) ¡Cuando yo decía que estos muchachos son muy inteligentes!
»Entonces, ustedes están proponiendo un tercer domingo de julio que sea el "Día de los Niños", que sea un domingo, y caerá en plenas vacaciones. Las madres estarán con los hijos (EXCLAMACIONES DE: "Sí!"), los exámenes habrán pasado (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!"), estaremos en plenas vacaciones (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!"). ¡Esa sí que es una buena solución! Si nosotros lo hubiéramos discutido con ustedes antes, habríamos encontrado la mejor solución (APLAUSOS). ¡De verdad!».1
Y así, con armonía y complicidad, se determinó que las sonrisas y los juegos para celebrar a la infancia en Cuba serían el tercer domingo de julio; elección de los propios niños junto al Comandante que siempre les custodió los sueños y luchó por un país donde surgieran para ellos, indetenibles, las alegrías.




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